Agustín Barahona

«Efectivamente, sólo podemos pedir cortesía para nuestros errores cuando la ofrecemos a quienes corrigen los nuestros.

Pensadlo despacio, porque no es un recíproco directo sino oblicuo.

Lo que quiere decir es que no es cuando nosotros somos corteses con los errores de otros cuando podemos pedir cortesía para con los nuestros –si fuera así el mundo acabaría en un caos de cortesías erráticas y erradas de horrorosos errores– sino que esa cortesía sólo ha de ser recíproca con nuestra capacidad de aceptar honestamente ser corregidos de buen grado, sin hacer dramas, porque tengamos la convicción sapiencial de que es la situación idónea para que todos podamos seguir aprendiendo y mejorando el mundo.

Es más, generalmente las personas que muestran abiertamente ser capaces de aceptar las correcciones que otros les hacen son personas a las que esas correcciones nunca se les hacen con agravio o enfado sino con la convicción de estar realizando una buena labor caritativa y educativa a alguien que reconoce dicha labor.

Y así el mundo podrá seguir evolucionando de un modo inteligente.

Quienes dicen que hay que ser indulgentes con los errores ajenos para que el prójimo sea indulgente con los nuestros sólo están proponiendo sin darse cuenta una absurda canallada que empeora el mundo.» [Agustín Barahona]

febrero 25, 2018 a las 1:09 pm por Agustín Barahona
Categoría: Humanismo, Reflexiones
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