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«A ver cuándo se enteran los españoles de que no nos debemos a ninguna presunta autoridad, sino a las leyes que supuestamente el pueblo español se da a sí mismo como poder legislativo. Por eso ningún funcionario tiene que obedecer a sus jefes cuando éstos le dan órdenes que son infracciones manifiestas del ordenamiento jurídico y por eso todos los funcionarios deben conocerse todas las normas que les atañen, para saber cuándo hacer lo que les dicen, porque es una orden profesional y una ley lo ampara, o cuándo no hacer lo que le dicen, porque una ley no lo permite. A estas alturas no deberíamos ser ya un país de cortesanos iletrados, pero no parece que la realidad sea ésa.

Así pues, cualquier policía autonómica o cualquier ciudadano español sólo pueden «obedecer» al derecho vigente de mayor alcance en cada momento, no a las personas. Repito, no somos cortesanos. Las órdenes ilegales jamás se ejecutan, ni siquiera cautelarmente como algunas burricies sugieren (que hay que ser asno siquiera para sugerirlo), sino que se ponen inmediatamente en conocimiento de los órganos de inspección procedentes.

A ver cuándo empezamos a espabilar, porque es doloroso tener que recordar cosas tan básicas que tanto incomodan a quienes deberían hacerlas cumplir. Y les incomodan porque no pueden hacerlas cumplir ya que no se las conocen y, si las hicieran cumplir, la mayoría de las veces se perjudicarían a sí mismos, pues tal es el grado de corrupción clientelar en el que vegetan.» [Agustín Barahona]

julio 18, 2017 a las 4:12 pm por Agustín Barahona
Categoría: Humanismo, Reflexiones
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