«En los supuestos debates de televisión o radio pondría tiempo fijo de micrófono y que sólo pudiera abrirlo, dando turnos, un juez que, a su vez, pudiera pedir pruebas de lo que se declare ser cierto o señalar las falacias cometidas pidiendo que no sea tenido en cuenta ni se vuelva a usar el argumento falacioso, y si el debatiente insiste en comportarse falsaria o falaciosamente sea expulsado de la sala. Así al cabo del tiempo fijo concedido todos los discursos sería válidos lógicamente y el micrófono se apagaría automáticamente y nadie podría interrumpir al que está hablando, que es una falta de respeto al que nos están acostumbrando siempre la mayoría de los participantes en esos contextos.» [Agustín Barahona]

abril 6, 2016 a las 11:16 am por Agustín Barahona
Categoría: Humanismo, Reflexiones
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