«Existe un tipo de padres que todo lo invocan en el nombre de la Santa Motivación, como si se tratara de un personaje hagiográfico en cuya vida y milagros hubiera que creer. Éstos afirman que informarles a ellos y a sus hijos de cómo funciona el sistema de educación para que puedan organizarse y prepararse para aprobar es desmotivarlos, aunque cada vez que les pregunto qué entienden ellos por motivación como para que puedan llegar a esa curiosa conclusión nunca saben decirme nada coherente y acaban espetándome algo así como que esa clase de preguntas no son precisamente motivadoras 🙂
Es obvio que para este tipo de padres la motivación no es más que un arma arrojadiza para buscar culpables al fracaso escolar de sus hijos siempre fuera de la real y probada incapacidad o falta de voluntad de éstos para esforzarse adecuadamente ante disciplinas que no les interesan. Y ello siempre a pesar de toda la generosa y esforzada motivación que les ofrecen los profesores, basada en el profundo conocimiento de lo que en realidad es ésta: dar motivos veraces y pragmáticos para que los alumnos puedan percibir todas sus posibilidades reales de crecimiento y dar medios para que éstos puedan alcanzar las más altas cotas que sólo con los esfuerzos mayores y mejor organizados pueden ser alcanzadas.» [Agustín Barahona]
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