Doña Edurne no parece tener claras cosas muy básicas y no entiendo cómo siendo catedrática de ciencias políticas siquiera se atreve a intentar algo tan antiguo como esta retorcida técnica manida y desgastada de escaramuza de descargo con cambio de tema incluído que en la universidad se enseña a detectar y combatir, por reprobable, desde hace siglos.
Veamos, si Cañete se da por ofendido –que es lo que ocurrió con Ada Colau in situ– entonces le tendrían que pedir disculpas, como hicieron con Colau a petición reiterada del moderador –pues no fue a voluntad espontánea del insultante–. Mientras tanto, no es lo mismo un chiste en un programa de humor satírico –por mucho que a mí no me gusten muchos de ellos– que un insulto directo en la cara a un contertulio sin ninguna pretensión de broma sino con toda la intención de herir, desvinculado por completo de toda la argumentación, y encima en un programa serio que es supuestamente de debate. Todo este artículo de Doña Edurne no es más que una versión extendida de la famosa falacia del «tu quoque», para intentar quitarle hierro a un innegable e inescondible asunto que está «al Rojo».
Léase el artículo de Doña Edurne aquí: Gorditos.
«Las monarquías son anacrónicas y están obsoletas en nuestro mundo. Pero ¡mucho cuidado!, porque una república tampoco es garantía de nada más que de un nombre y de la ausencia de una monarquía formal. Hace falta mucho más que un nombre o un concepto para gobernar a los seres humanos en la verdadera Libertad, la basada en el Conocimiento. Por eso personalmente prefiero la Gnoseocracia Participativa, es decir, grosso modo, el gobierno de los que saben, los verdaderos sabios y científicos en cada campo, pero controlado dinámicamente por todos, los que saben y los que aún no; porque no se puede gobernar jamás de espaldas al pueblo sino educando sus herramientas mentales y emocionales para que crezca y juzgue correcta, completa y verazmente por sí mismo.» [Agustín Barahona]