«¿UN SISTEMA EDUCATIVO COMO EL FINLANDÉS ANTES DE UN CAMBIO DE SISTEMA POLÍTICO? – Por lo leído, para poder implantar en España un sistema como el finlandés habría que, en pocas palabras, o bien ser finlandeses o bien cambiar el sistema político para que con el tiempo cambiara la ciudadanía su ADN cultural y, consecuentemente, de modo natural llegáramos a un sistema educativo eficaz. ¿No es eso? ¿O creéis que si se implantara ahora mismo un sistema educativo como el de Finlandia realmente se sostendría y cambiaría la realidad cultural española? Yo ahora mismo no veo cómo podría implantarse sin pasar primero por un necesario y urgente cambio de sistema político que impidiera la posibilidad de todas las perversiones que nos afligen en éste, a no ser que se me escape algo. Tal como estamos, sería virtualmente imposible conseguir siquiera los mínimos del sistema de educación finlandés, porque me da la impresión de que reside en un determinado tipo de cultura, non viceversa. Pero ya digo que puedo estar equivocado y admito todo tipo de sugerencias para llegar a un sistema educativo así, porque como profesores, al crear un mundo mejor los primeros beneficiados seríamos nosotros mismos, como siempre suelo decir a mis alumnos.
Por ejemplo, pensadlo para estos momentos: ¿cuáles serían en España los contenidos científicos de esa carrera de 3 años y del máster de 2 que se realizan en Finlandia?, ¿cuáles serían las cribas para filtrar a los que llegaran a dichos estudios y quiénes –ahora mismo– detentarían el poder y el conocimiento para cribar a los que pueden ser profesores y a los que no? ¿Sería apelable la decisión? ¿Qué garantías de justicia tendría el sistema de apelaciones si lo hubiera? ¿Qué sistema educativo previo permitiría validar que las notas obtenidas para esa carrera de magisterio son de confianza como para que la calificación de 9/10 sean realmente un justo 9/10?, ¿serían igualmente apelables dichas notas en un contexto de justicia demostrable, público y transparente? ¿En qué consiste el criterio de «sensibilidad social» que debería requerirse al profesor, quién lo determina, cómo se mide su grado en una entrevista, quién está cualificado para tal medición y cómo podrían apelarse los resultados igualmente? ¿Qué sistema de formación intradomus habría que sostener para que los niños estuvieran adecuadamente preparados para poder abordar con aprovechamiento el sistema educativo al empezar a los 7 años y que no chocara además con doctrinas supercheras religiosas? Etc, etc, etc.
Podríamos seguir hasta el final cuestionándonos todo sanamente y nos daríamos cuenta de que para poder abordar cualquier sistema educativo que tuviera garantías de justicia ***antes tendríamos que garantizarnos la justicia a nosotros mismos***. Digo en lo práctico e inmediato. Fuera de ello es un pez que se muerde la cola y habría que abordarlo todo simultáneamente, pero el proceso no lo verían terminado ni nuestros nietos, aunque si lo vieran nuestros biznietos habría valido la pena el lento y agotador esfuerzo de cambiarlo sin cambiar antes la cultura –si es que tal cosa es posible– para procurar que educación y cultura se cambien entrambas a lo largo de unos siglos. Tampoco sería mala idea, ***pero el desgaste sería atroz y los post-líticos de tipo actual querrían impedir por todos los medios que se llevara a cabo***. Y entonces volvemos a mi planteamiento base y vuelta a empezar: ¿Se puede cambiar la educación sin cambiar antes el sistema que garantice la calidad real de la educación, su justicia de gestión y su independencia política?» [Agustin Barahona]
Agustin Barahona:
Esto por no hablar de cómo se elaboran en España los libros de texto sobre cuestiones educativas, en la inmensa mayoría de los casos no ya sin comités científicos que valoren los contenidos para que sean lo más veraces, cualitativos y enciclopédicos posible, sino incluso sin consejos de redacción adecuados e incluso con errores de bulto y a veces hasta faltas de ortografía.
¿Por qué Finlandia tiene el mejor sistema educativo del mundo?
Por otro lado, ¿cómo garantizamos la calidad científica de los contenidos si muchas veces la propia sociedad no sabe analizar con lógica ninguna cuestión y simplemente se repite lo que otros han dicho o no se sabe cómo funciona el sistema de argumentación y análisis científicos –en el mejor de los casos se funciona con la experiencia personal pero sin ninguna sistemática general–? Mientras las herramientas mentales que permiten enjuiciar con calidad y justicia cualquier tema no estén a la orden del día, incluso en las universidades –no en todas partes los profesores universitarios están dispuestos a reconocer que un alumno está mejor preparado que ellos o incluso ni siquiera están preparados para poder reconocerlo, lo que es aún más grave–, no hay mucho que hacer. Hay profesores muy buenos, yo diría que excelentes, pero suelen quedar completamente relegados a la marginalia por departamentos excesivamente politizados y poco preparados para el trabajo científico honesto. En fin… ¡son tantos los problemas que habría que resolver antes de poder plantear un nuevo sistema educativo…! Lo primero que habría que conseguir incluso es hacer que se enseñe ya, de un modo sobre todo práctico, lógica, filosofía —y no historia de la filosofía sólo–, ética, lengua, matemáticas, música, artes pásticas, conocimiento del medio y etc con verdadera solidez de enfoque para aprender a pensar y a memorizar –ambas cosas– en todos esos campos. Eso ya podría hacerse… y el sistema político-educativo impide que se haga. Y con la LOMCE se dificulta aún más.
Hay que decir también, en honor a esa misma verdad, que actualmente los programas educativos contienen demasiado material para poder ser impartido en las condiciones de disciplina y convivencia habituales en los centros. Me parece que el temario no da lo mismo, porque está homologado en sus contenidos y cualquier padre podría recurrir que no se impartiese en su totalidad. Por otro lado, como muchos profesores han interpretado erróneamente la evaluación contínua por exámenes contínuos, el tiempo de docencia efectiva queda aún más minimizado. Cuando yo era pequeño había sólo exámenes de evaluación y su celebración estaba bien prefijada en días concretos, que al cabo del año no eran más de 3 o 4 para cada asignatura. Ahora eso hay que multiplicarlo por decenas, con lo que queda aún menos tiempo para impartir el enorme temario –que en muchos casos cada año crece, para más inri–. La autonomía de docencia no es suficiente para poder controlar la educación sin necesidad de nada más. Por otra parte están las ratios. Desde mi punto de vista que un profesor atienda por hora a más de 5 alumnos es ya de por sí una proeza si el verbo atender es realizado plenamente en sus contenidos y realizado en sus objetivos académicos. Pero podría entender que con pericia y buena organización pudiera llegar hasta 10 alumnos en condiciones óptimas. Sin embargo muchos colegios tiene más de 30 alumnos por clase. Y todos ellos hablando sin parar a la vez, lo que ocupa al profesor a tener que estar reclamando silencio constantemente, con la consiguiente pérdida de tiempo. Estamos de acuerdo en que quienes deberían legislar en educación deberían ser los profesores de un modo consensuado con los padres. Pero nunca los post-líticos. Hay que dar a cada uno lo suyo, como he intentado mostrar en este breve comentario. Todos tienen la responsabilidad que tienen, ni más ni menos.
Angela Vilagran Nogues: No puedo añadir más, tienes toda la razón, y el último comentario ni te cuento, en fin, cambio de mentalidad y poco a poco, aunque parece que vamos al revés, no lo parece, lo afirmo, que tengas un buen dia.
Santiago Urbana: Niquelado te quedó el planteamiento!!!
Yo sólo añadiría que el cuerpo de inspectores no es tampoco muy allá.
Les pides que te resuelvan cosas y las dejan peor.
Es un panorama no como para pensar en Finlandia, desde luego, como no sea ahora para soñar!