Escritos relacionados con el estudio científico de la Música.
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LA MUERTE DE LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX
¡¡¡Nuestra más cordial bienvenida!!! Todos podéis proponer cuantos temas de debate juzguéis interesantes para el Foro y podéis invitar a cuantos amigos consideréis necesario e interesante para desarrollarlos. Otro tema que propongo para analizar concienzudamente y desarrollar es el contenido del siguiente artículo de D. Claudio Uriarte, acerca de «LA MUERTE DE LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX», tal como él mismo lo denomina:
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Hitler, Lenin-Stalin, Theodor Adorno, el Pacto de Varsovia, el Muro de Berlín y la liquidación del Estado del Bienestar intervienen decisivamente en esta historia. También lo hacen compositores, exilios, equívocos, oportunismos económicos, narcisismos académicos y una ideología supuestamente revolucionaria, pero nacida de una aristocracia desclasada. Este artículo presenta además una noticia: las vanguardias musicales del siglo XX han muerto. Por ahora, se trata del secreto mejor guardado por el Establishment musical en la Argentina. Esta nota aspira a explicar porqué. REBELION EN LA MUSICA CLASICA
Miguel Baselga: «la vanguardia hoy sólo sobrevive en los países que mantienen los subsidios» (sic). No vamos a citar nombres pero esta frase da pié a otro debate netamente español: el estallido de la burbuja musical. ¿Quien le pone es cascabel al gato?
Agustin Barahona: Me ha hecho gracia la descripción, Miguel. Muy acertada. Pero es verdad, hay mucho que hablar acerca de este tema y mucho que confesar por parte de determinados sectores de la sociedad que describían la suntuosidad, estilo y suavidad del maravilloso traje del rey… que iba desnudo en realidad.
Agustin Barahona: Luis Ángel, bienvenido y muchas gracias por el experimento con resultados tan patentes como esperables. Buenísimo. Yo tengo también una anécdota a este respecto. Tengo un antiguo amigo que trabaja en una empresa para mantenimiento de aire acondicionado en grandes superficies, teatros, etc. En el Reina Sofía los llamaron una vez hace muchísimos años para reparar uno de esos aparatos. Fueron, desmontaron uno de los filtros y lo colocaron en el suelo mientras iban a por el repuesto. Cuando volvieron se encontraron que había un corro de gente alrededor haciendo comentarios sobre la expresividad y fuerza de aquella genial obra. Mi amigo me dijo que se acercaron al filtro vestidos con el mono de trabajo y se lo llevaron y, mientras lo hacían, la gente del corro, sorprendida, se quedaba inmóvil haciendo pequeños giros sobre sus pies para hacer como que estaban allí mirando a otra parte
Agustin Barahona: Con el fin de que se pueda luego encontrar mejor el material referido a cada tema voy a copiar el URL aportado por Luis Luis Ángel de Benito aquí http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded…
Meten un cuadro pintado por niños de 2 años y la gente opina sobre la angustia existencial del autor ¡No os lo perdais!
Agustin Barahona: En pocas palabras, creo que habría que denunciar siempre la farsa, la haya donde la haya, y de ese modo sería mucho más difícil que hubiera burbujas repletas de anhídridos sulfídricos por todas partes que pudieran estallar en un momento inconvenientemente fétido. Por ejemplo, mientras que en la Música Clásica a nivel profesional existen criterios claros de calidad que se enseñan en los conservatorios, en la así llamada música de vanguardia…. ¿cómo se mide o medía la calidad? Aparentemente todo valía si era presentado en el entorno adecuado –véase el ejemplo de Arco que nos ha traído Luis Ángel de Benito– de la corte del rey desnudo subvencionista, pero …¿era así? El temor a parecer un ignorante o a ser señalado negativamente por el estatus de poder –que llegaban a decir que si no te gustaba la «música» de vanguardia era o porque le tenías «miedo» o porque eras un ignorante inculto o estabas de psiquiátrico, por muy extraño que parezca (y aún los retazos de ese tipo de inquisidores siguen diciéndolo, a pesar de que la mayoría de la gente ya se da cuenta de que en todo caso quien podría ser candidato a un psiquiátrico es quien afirma que lo feo le gusta y que a quien no le guste debe hacérselo mirar)– es uno de los elementos principales que han sostenido básicamente la farsa y que tanto daño ha hecho en el progresivo alejamiento de la música culta –usurpado en parte su lugar por este tipo de experimentos durante largo tiempo– con el Gran Público, que aunque dejó de asistir en gran número a las salas de concierto seguía comprando verdadera música clásica en discos y luego CD y DVD porque disfruta de ella como de ninguna otra cosa en el mundo. Este vacío de promoción de la verdadera Música Clásica en los medios de poder ha producido que sea llenado –la naturaleza aborrece el vacío– por el fomento de la música de consumo o comercial que ha producido generaciones de personas con menos de los recursos formativos que aporta la educación en la Música Clásica. El artículo de Claudio Uriarte es muy bueno porque analiza muchos de los factores de diversa índole que han participado en la farsa psicosocial de la que hablamos y por eso lo he traido a colación como inicio de un debate especialmente interesante y que espero que sea de vuestro interés y que sirva para ***una verdadera reflexión seria sobre la naturaleza del problema para poder evitar todo lo malo que contenga de cara al futuro en que ya estamos comenzando a vivir***.
Agustin Barahona: Con el fin de facilitar la localización de las respuestas las copio todas en el hilo a cuyo debate aportan participación, rogándoos que continuéis este debate aquí y agradeciéndooslo de antemano.
==========Joan Grimalt===============:
A mí me parece que las vanguardias también han tenido o pueden tener su función y su lugar. El problema viene cuando se les pide algo que no corresponde a sus objetivos.
Sería igual de injusto que pedirle que «innove» a una obra que pretende seguir el clasicismo de Beeth. (p.e. la primera de Brahms), o a una obra que pretende gustar (p.e. Capriccio de Strauss).
Además, me parece que ver a Schönberg y cía como vanguardistas, metiéndolos en el mismo saco que Boulez, Stockhausen o Xenakis es precipitado. Ellos no tenían esa intención, desde luego. Y la mayor parte de su obra se puede escuchar desde la tradición expresionista, partiendo de Mahler, Strauss, Zemlinsky, Schreker. Hoy día esa continuidad queda mucho más patente que 100 años atrás, donde era fácil escandalizarse de las disonancias y huir despavoridos. Lo que pasa es que requiere un esfuerzo y un afecto por ese mundo.
========Luis Ángel de Benito=============:
Es cierto, Joan. Yo creo que nadie dice que estrangulemos a las vanguardias. Tienen su espacio propio, como el badmington, el cultivo del bonsai, el bridge, el punto de cruz y los viveros del cangrejo de Halloween. A las minorías étnicas hay que respetarlas siempre y ofrecerles sus oportunidades. Yo sólo me quejo de la hipertrofia de la vanguardia: que una minoría imponga su religión y demande nuestro dinero para mantenerse. Es la actitud de los hutus en Ruanda.
Y por supuesto que Schoenberg no es Boulez. ¡»Boulez ha muerto»!… Las fronteras del expresionismo a mí me son muy, muy atractivas, incluidas las primeras de Schoenberg (pese a sus limitaciones musicales). Pero, demos las vueltas que demos, la sima entre creador y público se consagra con la atonalidad. Atonalidad es el problema. Es cierto que el público ha estado renuente a la evolución siempre, pero 20-30 años después ha tragado. Sin embargo el problema es que con la vanguardia/atonalidad llevamos ¡¡103 años!! Y el público no traga ¡¡incluso en la era de la información!! El público culto no traga la atonalidad excepto en peliculas o en ballet, que es muy efectiva y está muy bien. Conclusión: la evolución del lenguaje tenía un límite, y a partir de ahí la verdadera evolución ha venido por otros parámetros: mestizajes, lo popular urbano, lo anti-intelectual…
El error de Occidente -o de la Academia- ha sido pensar que la evolución viene por lo intelectual, que los intelectuales hacen avanzar el arte, y que «la canalla» no está a la altura. Y ése es un concepto de la Ilustración que ya no funciona en el mundo actual. Por supuesto que los ilustrados y sus bisnietos tienen un poco de razón (el intelectual está más equipado que «la canalla» para ciertas cosas), pero convertir eso en totalitarismo es el error.
Agustin Barahona: Luis Ángel de Benito previamente había aportado el ya referido enlace al experimento sobre ARCOS, del siguiente modo:
===========Luis Ángel de Benito==============:
Bueno, yo de la mayor parte de las vanguardias sólo digo esto: El buscador en ARCO (Meten un cuadro pintado por niños de 2 años y la gente opina sobre la angustia existencial del autor ¡No os lo perdais!)
Agustin Barahona: Yo no creo que sean las «vanguardias» lo que permite innovar, si por innovación nos referimos a «superación» o «evolución», porque una vanguardia supone siempre, por su concepto etimológico, un ataque contra algo, un romper, un destruir, y todas las innovaciones deben ser fruto de una profunda reflexión para poder superar y mejorar la eficacia de los medios para conseguir los fines. Y si por innovación no nos referimos a superación o evolución entonces estaríamos hablando de conseguir fines u objetivos nuevos y verdaderamente nunca he visto definidos estos presuntos nuevos fines u objetivos. ¿Cuáles serían? Hace tiempo escribí «En el Arte, como en todas las cosas importantes de la Vida, no existe verdadera superación si, gracias a un imprescindible previo estudio y comprensión profundos de aquello que se va a superar, tanto en significado, uso y función, no se demuestra a través de los resultados finales el haber perfeccionado la eficiencia del medio para obtener los objetivos. De otro modo no existe superación, sino en todo caso innovación o alteridad.» El público siempre estará renuente a cualquier variación que no pueda percibir como mejoradora de la eficacia de esos objetivos comunicativos o que no pueda percibir como innovadora de algo que le sea agradable o necesario –y en estos últimos casos la inercia natural de la renuencia suele durar poco–. Cuando esta renuencia dura más de un siglo no podemos ya hablar de renuencia sino de repugnancia. A lo feo no se lo teme o se huye despavorido de ello (como desde las vanguardias se solía decir): se repugna de ello y se lo repele. Cuando algo huele mal uno no tiembla por ello sintiendo el peligro de un ataque o algo semejante: se lo aleja o se hace todo lo posible por no tener que soportarlo.
Creo que a partir de sus escritos y declaración de intenciones sí que se puede hablar de las características comunes de los vanguardismos. No obstante, no creo que la intención que alguien declare tener sea el único medio para permitirnos formarnos un concepto. Hitler no tenía intención de pasar a la historia como un genocida de ideas descabelladas y podemos declarar sin temor a equivocarnos que es lo que de hecho fue, independientemente de sus propios conceptos e intenciones. Otro tema aducido habitualmente es el de que determinados autores pueden ser contemplados no como vanguardia sino como expresionismo, o sea, la prevalencia de la visión interior del artista enajenándose de toda otra consideración –lo que, por cierto, llevado a sus extremos permite el autismo–. Es decir, un cambio de nombres en el caso que nos ocupa puesto que, tal como apunta Luis Ángel, el problema no es ya que se intentara acabar con un movimiento estético con siglos de perfección, sino que aquello con lo que se pretendía sustituirlo, el atonalismo por el atonalismo en sí, la falta total y calculada de referencia tonal como un totalitarismo impuesto, es algo que impide que el público pueda conectar con la transmisión del mensaje, pues no es algo para lo que el ser humano esté preparado para entender o percibir espontáneamente, como sí lo está para la belleza y para el arte que utiliza esas capacidades innatas en el ser humano participando del lenguaje psicosocial que le permite entenderlas o percibirlas sin ninguna explicación.
Agustin Barahona: Hay muchas ideas muy interesantes en el artículo de Uriarte y muy bien sintetizadas. Por ejemplo: «Totalitarismos políticos y vanguardias musicales […] parten de la superstición de que lo nuevo ha de ser necesariamente bueno».
Miguel Baselga: ¿quien dijo aquello de que quedan muchas cosas por componer en Do Mayor? Creo que fue Schönberg pero no estoy seguro
Agustin Barahona: Yo lo había oído de Prokofiev. Pero es igual quién lo dijo, lo que importa es que es verdad. Tan verdad como que aún quedan por escribir obras maravillosas en Español y no hace falta inventarse nuevos idiomas personales –e incluso idiolectos en ellos– para eso.
Agustin Barahona: Algunas otras de las interesantes reflexiones que menciona Uriarte:
«[los dodecafonistas/atonalistas] necesitaban inventarse una legitimidad, precedentes y un pasado, porque sus operaciones los llevaban a un vacío y asimismo nacían de un vacío.»
«la vanguardia habrá innovado mucho en escritura y técnica, pero suena como el equivalente musical de un campo de concentración cercado por kilómetros de alambre de púa.»
«Los dodecafonistas [postulaban una utopía], componiendo para el «futuro» y lamentándose de que el presente no los comprendiera. Sin embargo, el presente tenía una muy buena razón para no comprenderlos: que su música era fea. La utopía dodecafónica fracasó por lo mismo que se hundieron la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia: porque a la gente no le gustaba.»
«Si Hitler no los hubiera perseguido, los vanguardistas musicales […] hubieran desaparecido ante el desinterés del público […] Implícitamente, todo no fue más que un pacto de farsantes.»
«[totalitarismos y vanguardistas] nacieron de la ambición utópica de construir sistemas enteramente nuevos después de hacer tabula rasa y de arrancar toda raíz vinculante a un pasado que consideraban irremedianlemente podrido»
«[el aparado de Estado de Shönberg] fue un nuevo sistema compositivo basado en los 12 semitonos de la escala […] cuyas credenciales revolucionarias se autentificaban con la experimentación dictada por el propio método, que desalentaba las repeticiones y las consonancias.»
«[Schönberg] solía decir [en serio] que «el panadero del futuro silbará en series dodecafónicas»»
«Si uno es un vanguardista profesional, está obligado a la revolución permanente, lo que […] llevó a un estilo composicional cada vez más complejo, cerrado y hermético, que parece dictado por una suerte de snobismo febril de desagradar y aburrir»
«El instinto de destrucción que Schoenberg sublimó en el hiperracionalismo de su sistema abrió las puertas a distintas tendencias, igual de destructivas pero ahora desembozada[s] y militantemente antirracionalistas»
«Típicamente para un movimento antirracionalista, la vanguardia hizo de la fealdad, el displacer y el mero caos un puritano y militante valor.»
«[un compositor contemporáneo] me urgió una vez a investigar [la música de Varesse] «para salir -me dijo- de todo el racionalismo musical centroeuropeo del siglo 19″ […] le respondí que no sentía ninguna necesidad de salir de ese racionalismo, del mismo modo que no siento ninguna inclinación a abandonar mi existencia pequeñoburguesa urbana para lanzarme desnudo a la selva y vivir de la caza y de la pesca.»
«A lo largo de unos 70 años, la vanguardia musical libró una guerra académica y crítica sin cuartel contra la música del siglo XX que escapaba a sus cánones. Cualquiera que se atreviera a escribir en tonal era enemigo»
«[lista de 19 compositores tonalistas] integran el siglo XX mucho más convincentemente que los vanguardistas, ya que su música -accesible, comunicativa, a menudo fuertemente testimonialista, con inequívocas asociaciones a las guerras, las catástrofes colectivas, las euforias y derrumbes epocales y personales, y sobre todo su potente representación de la soledad del individuo en medio de las crecientes sociedades de masas- no podría pertenecer a ninguna otra época»
«la liquidación masiva de los Estados de Bienestar […] privó [a la vanguardia/atonalista] de los subsidios de que dependía para subsistir […] tuvo que ganarse la vida, salir a pelear su subsistencia en el mercado. Y el mercado no quería vanguardia, sino música escuchable.»
«la revolución de Schoenberg y sus seguidores […] triunfó en aniquilar los buenos lazos que unían a los músicos a la tradición y les permitían renovarla y avanzar desde ella. Sin embargo, los supuestos «conservadores» del siglo XX mantuvieron y renovaron de manera exitosa esa tradición, y quizá la nueva música pueda partir desde ellos».
Carlos Alonso: Hola a todos. Este es mi primer comentario y me temo que -como siempre me ocurre, allí donde vaya- voy a llevar la contraria. El caso es que el artículo de don Claudio, teniendo, como tiene, frases memorables (me encanta la de «la vanguardia … suena como el equivalente musical de un campo de concentración cercado por kilómetros de alambre de púa.» o «se puede morir por las utopías, pero no vivir en ellas»), en el fondo defiende de forma bastante convencional una gran parte de la creación contemporánea, relegando la vanguardia (o sea, lo «rechazable», según él) casi exclusivamente a Schönberg y sus seguidores y considerando a la mayoría de los compositores del siglo XX legítimos herederos de la Tradición musical occidental. ¿Soy yo el único al que el «War Requiem» de Britten o el Cuarteto para el Fin de los Tiempos de Messiaen le suena igual de mal (o peor) que cualquiera de las creaciones dodecafónicas? ¿Alguien puede sinceramente ver la evolución lógica de la tonalidad en las obras de Ives o de Ligetti? No creo que el mero hecho de escribir una obra bajo el título de «Sinfonía» o «Cuarteto» le convierta a uno en depositario de la Tradición. Al contrario, yo sólo consigo seguir el rastro de la tradición en obras que ya nunca se titulan sinfonías o cuartetos: en la música cinematográfica, que probablemente haya constituido el auténtico refugio de la tonalidad y de la conexión con el público (con aportación de inolvidables melodías que han calado hondo) a lo largo del infausto siglo XX. Cuando escuche a alguien silbando por la calle las «Atmósferas» de Ligetti, quizá cambie de opinión.
Agustin Barahona: Como ya sabéis, además de debatir directamente sobre el tema podéis aportar igualmente enlaces y artículos en la internet que contesten claramente a cualquiera de los puntos del debate, añadiendo vosotros un comentario explicando a qué contesta concretamente el artículo o enlace aportado. En el caso presente, estaría bien que todos pudiéramos haber contestado al menos a alguno de los puntos que entresaqué amtes –o que otros hayan destacado o comentado– del artículo de Don Claudio Uriarte por cualquiera de los medios al alcance. Muchas gracias de antemano.
Agustin Barahona: Para ilustrar las obras referidas por Carlos Alonso aporto algunos enlaces a grabaciones en Youtube.
Messiaen – Cuarteto para el fin de los tiempos: http://www.youtube.com/watch?v=UeSVu1zbF94&feature=related
Britten War Requiem:
I – http://www.youtube.com/watch?v=hhkbphH8_Ic
II – http://www.youtube.com/watch?v=8p3jNMCbaK0
III – http://www.youtube.com/watch?v=r7TmbIRJ0R0
Lacrymosa – http://www.youtube.com/watch?v=Qplk3PL-ltw
Charles Ives – Piano Sonata No. 2 «Concord»: http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1…
György Ligeti – Requiem:
I – http://www.youtube.com/watch?v=MYgBG40jgLM&feature=related
II – http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1…
etc.
György Ligeti – Atmósferas – http://www.youtube.com/watch?v=-QSuXpzNDs8&feature=related
Angela Vilagran Nogues: Por mi parte solo diré que el cuarteto para el fin de los tiempos que tenido el honor de poder intrepretar, creo que con dignidad, es una de las obras más maravillosas, intensas y estremecedoras. No se si el efecto del que escucha con lo que siente el intérprete van de brazo, lo dudo, creo que para apreciar esta música y mucha de la que viene posteriormente y que realmente hay de magnífica , se tiene que entender y eso no se estudia ni en los Conservatorios. Cómo se puede pretender que el público aprecie lo que el músico mismo rechaza a menudo por desconocimiento?, la base educativa de la música está centrada en la tonalidad y no se sale de ahí, si las miras fueran más ámplias ya desde niños el campo de visión y de comprensión se agrandaría enormemente, ( lo he podido comprobar con mis própios alumnos)actualmente abarcamos en clase un repertorio impensable unos años atrás, y realmente lo disfrutan, tanto como tocar Mozart o Chopin, soy pianista, se nota, verdad?
Carlos Alonso: Yo no dudo de que el Cuarteto de Messiaen encierre sentimientos de enorme profundidad y transcendencia. Pero, desde el mismo momento en que los propios músicos que lo interpretan dudan de que estos sentimientos puedan llegar a la mayoría del público, debemos considerar que existe un problema con este tipo de obras. Lo más fácil es culpar al público acusándole de ignorancia. Pero si al mismo tiempo admitimos que esta capacidad no se enseña «ni siquiera en los conservatorios», ¿qué posibilidad tiene el público no profesional de acceder a ella? Lo que es innegable es que nunca antes en la Historia se ha obligado al público a estudiar o a desarrollar cualidades especiales para poder disfrutar del arte de su época. Era el artista el que debía siempre esforzarse por elaborar un mensaje que estuviera al alcance del público, no éste el que tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para poder llegar a comprender el mundo caprichoso e individualista de cada creador. Ahora, cada artista desarrolla su propio lenguaje, y se indigna si el público no se ha tomado la molestia de aprender a descifrarlo. ¿Cuántos cursillos específicos de apreciación musical, pictórica, etc. tendrían que realizar los amantes del arte para poder estar a la altura que se les exige?
Angela Vilagran Nogues: Razón no te falta, pero el problema de fondo yo lo veo en casi todo, todo va tan rápido hoy en día que en casi todos los ámbitos o eres experto o te quedas sin comprender la mitad de las cosas, a veces me da hasta miedo el exceso de especialización a que se ha llegado con todo, lo que conlleva a veces encerrarte en tu propio mundo y no poder abarcar todo lo que quisieras……
Carlos Alonso: El problema del arte contemporáneo es que todo el esfuerzo de apreciación se consume en el intento de descifrar el lenguaje, y esto frustra cualquier intento de comunicación. Si yo tengo algo muy importante que decir, pero me creo tan «especial» que el lenguaje común no me sirve, y me invento uno nuevo a mi medida, puedo tener por seguro que la transcendencia de mi mensaje de perderá, y me podré dar por satisfecho si unas cuantas personas logran descifrar algo, no ya del mensaje, sino únicamente de la sintaxis con la que he construido las frases o la semántica de algunas palabras aisladas. Es fácil criticar el sistema tonal que se enseña en los conservatorios como algo «convencional». Pero es que esta es precisamente su mayor virtud: el constituir un sistema comprendido por todos, que ha permitido (y puede seguir permitiendo) transmitir mensajes emocionales de gran intensidad a personas de cualquier condición.
Carlos Alonso: En efecto, todo va demasiado deprisa y eso da miedo como tú dices, Ángela, pero ¿acaso no es esta una buena razón para convertir el arte en una especie de refugio dionde se pueda disfrutar la de la belleza sin complicaciones ni especializaciones abusivas? ¿Por qué tenemos que conformarnos con lo que nos imponen también en este terreno y aceptar la deshumanización del arte, creyendo encima que nos hacen un favor al obligarnos a entender lo que no nos gusta?
Angela Vilagran Nogues: Ahí mi comentario no puede ser objetivo, lo siento estoy demasiado metida en todo ello que me es imposible verlo como lo ves tu, pero te entiendo perfectamente !
Carlos Alonso: Gracias, Ángela, con eso me basta.
Ana B. Ros: Cómo estáis? Es mi primera vez aquí, gracias por aceptarme.
Mi opinión sobre este tema es una metáfora:
Compositor vanguardista es la persona que de repente se me viene encima con las manos cerca de la entrepierna y me grita casi «GRXTBELD KIJERT ÑAÑI HLU?». Yo con los pelos de punta le contesto: «oiga si se me acerca un paso más le rocío con el espray de pimienta». Y en vez de decirme «perdón, es mi culpa, no me expliqué bien ni en el idioma de este país, le decía que dónde está el servicio, por favor», me larga «es que no hablas mi idioma? pues vaya cultura que hay en este país!» y se va a decirle a otra persona «GRXTBELD KIJERT ÑAÑI HLU?» con más urgencia. Y yo para calmarme del susto me pongo a oir el concierto para flauta y arpa de Mozart en el Ipod y me olvido de todo.
No pensais que la metáfora es muy parecida a la realidad?
Carlos Alonso: Hola Ana, bienvenida al grupo. Tu metáfora me parece genial.
Agustin Barahona: Me he reído mucho con tu metáfora, Ana. Es perfecta en su contexto, porque el hablar un idioma personal y sin diccionarios publicados –incomprensible en todo caso, por tanto– en un enorme país extranjero produce normalmente ese tipo de equívocos, en este caso, por el «tono» y el contexto, es sentido todo como ¡toda una agresión! También muestra que el que habla en ese idioma inventado no tiene en realidad pretensiones de que le entiendan, por mucho que continúe exponiendo su jerga a otras personas, pues en el ejemplo es el único que debería tener interés real por comunicarse, dado el apuro de sus miccionarias circunstancias. ***Es todo una farsa*** –lo de «con más urgencia» me hizo soltar una sonora carcajada–, también porque si quisiera realmente comunicarse lo habría hecho en la lengua del enorme país en el que presenta su petición y no puede pedir a sus habitantes que entiendan su lengua inventada y mucho menos considerarlos ignorantes porque no la hablen. Y si su pretensión no era realmente comunicarse… ¿entonces por qué se dirige a ti y se enfada porque no le entiendes? Pero la metáfora llega a su punto culminante con la reacción posterior, es decir, el que necesita sentirse bien y feliz tras el desagradable impacto finalmente acude a la fuente de bienestar comprensible, Mozart en este caso. Realmente, ¡enhorabuena!
Agustin Barahona: El «War Requiem» de Britten mantiene muchas más relaciones tonales y está más dentro del lenguaje tradicional, por así decirlo, que el Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen o varias de las otras obras referidas por Carlos. La diferencia principal con el uso tradicional de la tonalidad, y por tanto en la accesibilidad, en este caso está más radicada ***en la estética*** y tiene su sentido en el motivo por el que Britten compuso esta obra, cuya estructura de relaciones con voces y orquesta tiene compositivamente mucho en débito al famoso Requiem de Verdi, aunque las relaciones tonales y sobre todo las cadenciales son tratadas de un modo particular, con todo un sistema simbólico sonoro (vide), para transmitir su visión en varios niveles de realidad sobre la muerte de la magnificente catedral del siglo XIV destruída en los bombardeos en noviembre de 1940. Otra cosa muy distinta es que pueda llegar a emocionar en el sentido en que lo hacen las grandes obras de ese uso tonal más estructurado sobre sonoridades conducentes a sistemas cadenciales muy estables cuyas melodías recogen la mayor parte de la fuerza expresiva y son por ello muy recordables y hasta silbables –no como las Atmósteras de Ligeti, desde luego– En ese sentido estoy de acuerdo con Carlos. El «Cuarteto para el fin de los tiempos» sin embargo carece de ambas cosas, ni participa de la estética ni participa del lenguaje tradicionales –desde luego en lo que estoy de acuerdo con Ángela, aunque por motivos distintos, es que es una obra estremecedora– y si alguien lo desea porque no está convencido podemos pasar a analizarlo exhaustivamente. Y si lo deseáis también podemos hacerlo con las otras obras, aunque creo que es muchísimo más evidente.
Con todo lo que he dicho en este mensaje estaríamos ya entrando un paso mas al fondo de la cuestión una vez habiendo señalado que el problema principal de las vanguardias reside en el lenguaje completamente inventado que no participa del lenguaje ancestral milenario relacionado con aquello inefable que comunica la música que el público puede entender sin ninguna explicación. También en esto estoy de acuerdo con Carlos y ya lo he dicho muchas veces en distintos medios de comunicación, pues que yo sepa, para percibir el arte como público no se necesita asistir a la asignatura de «1º de público» y luego a «2º de público» y así hasta que a la vanguardia le diese la gana mientras no mintiéramos diciendo que sí, que el rey está «maravillosa e intelectualmente vestido», para que esta vanguardia dejara de cobrarnos los «cursos de público», aunque mientras en voz baja, emulando a Galileo con la Inquisición, todos nosotros dijésemos aquello de _eppur nudus est_.
La mayoría de los músicos profesionales rechazamos la música fea no por miedo, desconocimiento o falta de cultura, que creo que alguna poseemos, sino porque todo el mundo repugna de lo feo y lo repele. Que la base educativa esté centrada en la tonalidad no es un capricho convencional sino que está basado en cómo funciona el cerebro a la hora de establecer todo sistema referencial de adquisición progresiva y esto también si lo deseais podemos discutirlo con todo lujo de detalles si no estáis convencidos. Además, sabemos todos por experiencia que si a la mayoría de los alumnos les interpretas previamente las obras técnicas instrumentales que les ofreces para elegir de entre ellas una para su repertorio a igualdad de dificultades mecánicas van a tender a elegir siempre la más estética y comprensible, aunque sólo sea porque de ese modo será más fácilmente aprendible y aprehendible.
Estoy de acuerdo con ambos, Ángela y Carlos, estos momentos históricos tienen su tiempo acelerado y precisamente una de las cosas que más rápido avanza es la ignorancia y lo falacioso. Por eso tenemos que munirnos de la mejor formación posible para desarrollar el criterio crítico y ser auténticamente libres, que no significa hacer lo que queramos sino aprender a saber qué es lo que debemos querer porque está en sintonía con la propia constatable realidad y permite accionar lógica y eficazmente sobre ella.
Agustin Barahona: En resumidas cuentas, creo que siempre debemos ser filosóficamente respetuosos con cualquier forma de comunicación artística musical con el público, sin ningún tipo de prejuicios hasta no haber oído la obra creada, y juzgar sólo después, en todo caso, si comprendemos su lenguaje y si su estética nos agrada. En la medida en que esa obra tenga un porcentaje mundial de mayor aceptación en ambos parámetros –estética y lenguaje– es candidata posible a convertirse en un obra clásica, es decir, en un modelo digno de ser imitado, por el cual el tiempo no transcurrirá cuanto mayor haya sido su proximidad a las raíces de una cultura desarrollando al máximo todas sus posiblidades expresivas esenciales. Y creo firmemente que la obra de arte musical más bella siempre está por componer. Pero es sólo lo que yo pienso y siento –que soy en los debates tan sólo uno más de este foro– así como mis argumentos para sostenerlo. Me encantaría saber lo que piensan y sienten otros colegas, creadores, instrumentistas, investigadores y amantes de la música, así como también sus argumentos para sostenerlo. Será un placer. Un abrazo a todos.
Agustin Barahona: Por tratarse de un primer comentario, ubico aquí éste, localizado en un debate equivocado, con el fin de ser didáctico y mostrar cómo se debe hacer en M&C siguiendo nuestras normas de publicación, aunque sería deseable que fueran siempre los dueños de los comentarios quienes los ubicasen en los debates adecuados. Domingo, si crees que en este debate no encaja porque hay demasiadas cosas que deberían estar en otros sitios que tú consideres siéntete libre de decírmelo en un mensaje privado y lo borro de aquí para que repartas sus contenidos en los debates que sean más adecuados a tu juicio. Muchas gracias.
«Domingo Mancheño Sagrario: Tengo entendido que el modo mayor tiene una justificación física en los armónicos… pero el menor no… La música tonal es un fantástico descubrimiento, es la música verdadera. Pero pueden existir otras cosas. El sistema tonal es el juego, la escenografía, el atrezzo… y funciona. Ahora bien, intentar cambiar las reglas del juego de golpe es una insensatez que lleva al absurdo. Nuestras costumbres auditivas son culturales y provienen de nuestra tradición y la historia del arte evoluciona mediante pequeñas variaciones que dan lugar a las nuevas modas: Los estilos. Pero la obra verdadera nace de la ingenuidad del artista no de la mente autocomplaciente de modernísimos que quieren ser novedosos o revolucionarios por narices. Entonces la supuesta obra pierde su función, no dice nada, se vuelve absurda e hilarante. He dicho (con perdón, claro)»
Agustin Barahona: Estimado Domingo, sólo un inciso aclaratorio: los modos no son más que determinados órdenes tonales que producen implicaciones de sensaciones de movimiento y reposo que son compartidas por una cultura. La misma justificación para la elaboración de las escalas afecta a los modos. El modo menor, por tanto, tiene también una justificación en el orden natural del fenómeno físico-armónico, aunque no ocupe el mismo lugar o preponderancia que el modo mayor. En relación a todo lo demás, nada que decir. Gracias por tu participación.
Planteamiento del debate:
¿Cuál creéis que de hecho es el papel de la Música Clásica en la Cultura de nuestro tiempo en el así llamado Mundo Occidental, cuál creéis que debería ser dicho papel y cómo podemos colaborar todos a que dicho papel se realice y desarrolle adecuadamente?
Tere C Iriarte: como Profesores, y Formación Académica,nosotros/as ,tenemos mucho que aportar a la juventud y niños que quieran saber mas de la música clasica,,ya que pienso que esta en declive por las Nuevas Musicas mque vienen,,conciertos, eventos ,foros ,,todo es positivo para este cometido y juntar ideas,,encantada de pertenecer al grupo
Agustin Barahona: Un placer tenerte con nosotros, Tere.
Creo que uno de los papeles fundamentales de la Música en toda Cultura es la formación de la sensibilidad de lo inefable, de aquello que no puede ser expresado con palabras del modo más cercano a la parte del lenguaje que está relacionada con las emociones, las intenciones y el modo en que usamos el lenguaje para hacerlo significar y que, según la antropología tradicional, fue poco a poco especializándose y separándose de la funcionalidad original del lenguaje primitivo hasta constituir dos entes culturales complementarios para la comunicación de lo inefable y lo efable, como digo, lo que no se puede expresar con palabras y lo que sí. Así pues considero que dicha formación de esa sensibilidad es completamente necesaria para poder no sólo expresarnos más completamente sino también para poder comprender a los demás de un modo más cercano y para poder ampliar el espectro de posibilidades de distinción y comprensión en el mundo de la comunicación de las emociones.
Yo no pienso que la Música Clásica esté en «declive», porque en realidad no ha desaparecido en absoluto de los escenarios y del mundo de las grabaciones discográficas, por no hablar de la música de películas, donde cada vez tiene más fuerza y es más imprescindible como segunda línea argumental o incluso como un personaje más. Lo que ha sucedido es que durante una serie de años en varios países donde el poder político era quien pagaba a los músicos se ha dado prioridad a las así llamadas músicas de vanguardia y se ha llegado a decir que éstas eran la música clásica de nuestros días cuando en realidad no se han tornado en general en modelo digno de ser imitado o punto de referencia de excelencia cualitativa como si lo ha venido haciendo la música clásica –o dell’arte, como dicen los italianos–.
Estoy de acuerdo en que todo aquello que pueda fomentar la calidad de la Música debe ponerse en marcha por doquier. Pero no quisiera acaparar el debate, porque reconozco que son decenas las cosas de las que se puede y debe hablar. Por ello lo dejo provisionalmente aquí.
Agustin Barahona: Un apunte breve: está claro que todo acto cultural puede tener algo de espectáculo pero no todo espectáculo tener algo de cultural –cultural en su sentido de intelectual– necesariamente. Uno de los problemas que tenemos en nuestros días es que se confunden –o se hacen confundir– ambas cosas y es una de las bases sociales que sostienen la así llamada «música de consumo» o «comercial». Otro tema del que habría mucho que hablar y que, efectivamente, debido al fomento intensivo que se ha hecho de este tipo de música y la práctica ausencia de fomento de la música clásica se está produciendo que se pierda en su dimensión adecuada todo lo que ésta aporta a la sociedad moderna.
Angela Vilagran Nogues: También la encorsetada palafrenaria que acostumbramos a dar a la música clásica deberia variar, para acercar más a los jóvenes, solamente cambiar la indumentaria , la presentación y algo de audiovisual en algunos conciertos los podrían hacer más atractivos y más adecuados a nuestros tiempos.
Ah! y gracias por admitirme en el grupo!
Inma J. Ferrero: Creo que en la actualidad no se da una imágen nítida sobre la música clásica, sobre la intensidad de su belleza, etc. No se hace atractiva, sigue dándose una visión encorsetada de esta y los teatros no ayudan en nada a su difusión a otro público que no sea el mismo, es decir, que no se preocupan por el posible nuevo oyente.
Agustin Barahona: Personalmente estoy de acuerdo con ambas, Ángela –gracias a ti por aceptar nuestra invitación– e Inma, se trata de adaptar la presencia sin renunciar jamás a la esencia, pues si ésta cambiara seríamos ya otra cosa. Hay una parte de ritual en el hecho musical que puede ser perfectamente adaptado a los tiempos actuales sin perder en absoluto su eficacia. Los medios audiovisuales pueden tener en algunos casos incluso una función didáctica a la que la gente puede atender o no según se exponga en la sala –porque puede haber obras que requieran para sus oyentes la máxima atención exclusivamente en la música, sin distracciones–. Y también, de hecho, creo que en otros países europeos, por ejemplo, se están promoviendo mucho en las programaciones de las salas de conciertos el incluir música de cine, que es una tipología de música muy relacionada con las vivencias estéticas y artísticas del público moderno. Seguramente de este modo los programas podrían promocionarse más y mejor en algunos casos, atrayendo más público adecuado al disfrute de la música clásica. Si la radio o la televisión promocionasen constantemente anuncios de estos eventos para mucha gente esos contenidos pasarían a formar parte indisociable de sus vidas. En verdad, extraña e inconcebiblemente, teniendo en cuenta el mundo tecnológicamente avanzado en que vivimos, no se están aplicando inteligentemente todos los recursos de que disponemos para hacer que la gente se eduque más y mejor y por ello sean seres humanos más libres. Me pregunto por qué será
Angela Vilagran Nogues: Seguramente será por que se piensa que lo clásico «no vende», está mucho dinero, managers, patrocinadores y otras historias de por medio que por cierto son absolutamente incultos,»musicalmente hablando» y sólo se trata la música como un negocio aborregando entodo lo posible al público, en este caso jóvenes.
Tampoco nos ayuda en nada, y creo que aquí está uno de los meollos básicos de todo, la educación musical de nuestro país en la enseñanza general, un cero a la izquierda entodos los sentidos, costarria tan poco ver como funciona para dar un ejemplo en este sentido Alemania, y comparar……..
Tere C Iriarte: antes, en Donosti, había Banda Municipal, que todos los domingos tocaba en el Bouleward, y una Orquesta , que`no era la de Euskadi, claro,,pero hacia sus recorridos en Guipuzcoa, ahora en Musikene está haciedo muchos cociertos los alumnos,y yo no soy de Musikene ..eh ,,que es lo unico que se aprecia ,,que se hace, pero tocan por placer opor el exame que tieen dentro de 2 meses,,pero los politicos no hacen nada por la cultura Musical de nuestro Pais,,solo Normas,,minutaje,,,despidos, formas de dar la clase anti-pedagogicas ,,se mezcla la musica con otras artes,,se desbarajusta todo y asi nos va,,somos titiriteros en este teatro¡¡buenos dias–
Angela Vilagran Nogues: cOMPLETAMENTE DE ACUERDO!
Agustin Barahona: Si se quisiera, actualmente los medios de comunicación tienen poder y técnicas para vender frigoríficos a los esquimales si necesitaran hacerlo. Así pues, también si se quisiera se podría fomentar la Música Clásica dónde y cuando hiciera falta, ya que todos los requisitos previos de agradabilidad al Gran Público ya los posee y no habría que hacer grandes esfuerzos. No obstante, el problema es complejo, porque los post-líticos (para entender por qué los llamo así véase el pertinente artículo en mis notas) en realidad no suelen ser personas no ya que tengan una calidad de formación musical sino que tengan siquiera cultura intelectual, salvo muy honrosas y aisladas excepciones. Así que si la gente que nos gobierna no son gente culta, cultivada intelectualmente y con amplios conocimientos didácticos de los que valerse, es muy difícil esperar otra cosa ***de ellos*** que la que vemos.
El tejido musical divulgativo se ha perdido casi por completo en España. Cuando era pequeño había decenas de conciertos en las únicas dos cadenas de televisión que había e incluso programas que fomentaban la competición cultural musical y la formación artístico musical, y todo ello en franjas horarias de máxima audiencia. Ahora para conseguir ver un concierto en la televisión de las decenas de canales tienes que levantarte cuando aún no han puesto los árboles en la calle y escucharlo con auriculares, debido a las horas. De pequeño los telediarios tenían un espacio fijo dedicado a la crítica musical que, independientemente de lo bien o mal que se hiciera, tenía así una presencia constante en la información del mundo que recibía el televidente. Pero hoy la música comercial y de consumo ha cubierto por completo ese espacio, en buena medida debido a la discontinuidad de ese fomento cultural musical producido por las vanguardias y su sinsentido. Esto produce muchos otros monstruos sociales, como el que ya habéis referido también sobre que la formación musical en los colegios es nefasta y mal concebida, con programas repletos de errores, conceptos equivocados, mezcla extraviada de ideas, además de enseñada en muchísimos casos por personas no adecuadamente cualificadas e incluso a veces sin la cultura debida (por no hablar del tema de las misteriosas «afines» en la realidad fuera de la norma).
En fin, que como véis, hay muchísimo trabajo que hacer y no hay que desanimarse, sino todo lo contrario. Recordad lo que decía al principio de esta entrada: si se quisiera disponemos de medios para asimilar todo lo mejor que ya existe en muchas partes del mundo y además para poder promocionar la Música Clásica en el tejido vital de nuestra existencia. Es sólo saber adaptarse a la realidad distinguiendo lo esencial de lo superfluo y, por ello, prescindible o cambiable. O al menos es mi humilde opinión.
Agustin Barahona: Vera Assis wrote:
«La Música no sólo hace bien a los oídos. También ayuda a los niños y adolescentes a desarrollar la coordinación motora, expresión corporal, el razonamiento y matemáticas. Hasta diciembre de 2012, todas las escuelas de Brasil tendrán que ofrecer lecciones de música en educación primaria y secundaria.
Aprender nociones de música, instrumentos y ritmos folklóricos regionales y. Todo el estado, los departamentos municipales y federales de educación en todo el mundo deberían ofrecer lecciones de música «Tenga un maravilloso fin de semana con mucha paz y amor en el corazón» ?. (Traducido por Bing)
Agustin Barahona: Rosa Maria Hoces Herrero: «REFERENTE AL PAPEL DE LA MUSICA CLASICA EN NUESTRA CULTURA….LA MUSICA CLASICA,JUNTO CON LAS DEMÁS ARTES CLASICAS SON ELEMENTO INDISPENSABLE DE REFINAMIENTO DEL ALMA Y DEL ESPIRITU.DE LA SOCIEDAD ACTUAL ¿OS PARECE POCO PAPEL?»
Agustin Barahona: «Si la cultura es puramente entretenimiento, no importa nada. Si se trata de divertirse, un embaucador puede divertirme más que una persona profundamente auténtica, sin duda. Pero si la cultura significa mucho más, entonces sí es preocupante. Y yo creo que la cultura significa mucho más; y no solamente por el placer que produce leer una gran obra literaria o ver una gran ópera o escuchar una hermosa sinfonía, o ver un espectáculo exquisito de ballet, sino porque el tipo de sensibilidad, el tipo de imaginación, el tipo de apetitos y deseos que la alta cultura, el gran arte, producen en un individuo lo arman y equipan para vivir mejor: para ser mucho más consciente de la problemática en la que está inmerso, para ser mucho más lúcido respecto a lo que anda bien y a lo que anda mal en el mundo en el que vive. Y también porque esa sensibilidad así formada le permite defenderse mejor contra la adversidad y gozar más, o en todo caso sufrir menos.» [Mario Vargas Llosa]
Agustin Barahona: Un relato emotivo sobre el poder de la Música Clásica en nuestras vidas. Benjamin Zander es director de la Sinfónica de Boston. Puede que como pianista pueda dejar que desear pero como director y comunicador es genial. Lo que aquí importa no es él, sino lo que dice. Os recomiendo que le escuchéis hasta el final: pondrá vuestros ojos brillantes con reflexiones tan poéticas como pragmáticas, filosóficas, reales y simpáticas. Y tiempo después de haberlo escuchado…. seguiréis con los ojos brillantes http://youtu.be/71w-oasL6iQ
Pedro J. G. Gambín: Todo lo leído hasta ahora me parece muy bien. Más allá de filosofías y poéticas, que se admiten con mucho agrado, el problema de la música clásica actualmente esta en insistir en separarse de otras músicas. Unirse, forme parte del tejido cultural de forma viva y apasionada, con ganas y pasión, es lo que debe hacer, hay pocos ejemplos de ello, y debería haber más. Son malos tiempos, y eso afecta a la música pero no sería este el mejor momento para poner en marcha una forma de hacer musicalmente diferente, una forma que respete, asuma y amplie sensibilidades diversas. A pesar de otros problemas, que los hay, no esquivemos balones, El poder esta en las manos de los que manejan el instrumento.
Agustin Barahona: Hola Pedro, bienvenido a «Música y Cultura (M&C)». La mayoría de las producciones culturales actuales no hacen una separación del resto per se, sino que es la propia naturaleza de esas producciones y el propio público que las aprecia, así como una serie de factores psicosociológicos, lo que va determinando su lugar en la cosmovisión civilizatoria. No se hacen planteamientos a priori del lugar que deben ocupar las cosas en una sociedad sino que es ésta la que va determinando su lugar de un modo natural en función de lo que son las cosas en sí mismas para ella. Por poner un ejemplo, es evidente que no es lo mismo la música culta que la música popular, ni en medios, ni en objetivos, ni en planteamientos ni en varias otras cosas más. Lo que tienen fundamentalmente en común es que ambas son música porque participan de una estética promovida y corporeizada por sonidos y tiempo combinados con esas finalidades estéticas de naturaleza emocional. Pero para poder componer verdadera música culta hacen falta una gran cantidad de conocimientos complejos y una serie de habilidades y destrezas cognitivas que no hacen falta en absoluto para componer música popular –de ahí también, en parte, su nombre–. La música clásica de hecho ya forma parte del tejido cultural de forma viva y apasionada para quienes la sienten viva y apasionada, por lo que no entiendo bien a qué te refieres cuando dices que de esto «hay pocos ejemplos de ello, y debería haber más». Lo que hay que hacer es ***desarrollar las posibilidades de que la gente conozca unas y otras músicas*** y que elijan por sí mismos en función de su cultura y su sensibilidad –que debe igualmente fomentarse y educarse desde la más tierna infancia–. A la mayoría de los músicos clásicos no sólo nos gusta la música clásica sino también la música popular –en ambos casos hablamos de la música de calidad en esas categorías–, pero no suele ocurrir tanto a la inversa –en nuestros días– no porque la verdadera música clásica no pueda gustar a todo el mundo, sino porque habitualmente la gente se forma muchos prejuicios falsos en contra de la misma y no se dan la oportunidad de conocerla. Personalmente no creo que el poder de difusión esté en manos de nosotros, los músicos, sino en manos de los post-líticos [sic], y otras entidades afectas a éstos, que manipulan los medios de masas hacia direcciones precisas. Sobre este tipo de particulares temas de análisis –como por ejemplo, de dónde surge la falacia de que la música clásica es separatista, como tú apuntabas– nuestro grupo/foro está repleto de argumentos desmitificadores y reveladores a través de todos los temas de debate, y te invito a que puedas disfrutar de ellos y aportar también tus razonamientos al respecto, si lo crees necesario. Un abrazo.
Pedro J. G. Gambín: a ver ha que empezar por cambiar el lenguaje. Música «culta» y música popular, son denominaciones caducas. Y para componer el música (Lo de culto yo ya deje de usarlo hace años…)también hace falta una gran cantidad de conocimientos técnicos complejos, experiencia, destrezas etc…. Ese es uno de los principilaes problemas la discriminación que haces al hablar, cuando sabes de sobra que compositores como Bartok, o Kodaly usaban esa otra música para realizar sus obras, y que autores como Mozart, strauss, etc… tienen obras de géneros no cultos. La música es música. Hay que romper etiquetas y no caer en la falacia de los mercados o las institucionalizaciones. Difundir que? la música, pues a la calle y a tocar, a buscar bolos como hace todo el mundo. A vivir y compartir. Conozco a cientos de músicos de Jazz, Folk, Rock, Pop, Flamenco, Latino, Gospel, Musical, y todos están en las mismas. Nos necesitamos los unos a los otros. Un abrazo
Agustin Barahona: Estimado Pedro, ¿por qué crees que el correlato culto-popular es caduco para la música? Yo veo perfectamente su eficacia y vigencia y no veo en absoluto su caducidad. ¿Serías tan amable de argumentárnoslo?
Por otra pate, cualquier músico clásico puede componer de inmediato cualquier música popular en cualquier estilo y sin embargo es muy raro ver el fenómeno del revés. De hecho, a los músicos clásicos se nos forma también en música popular, y, además de realizar composiciones puntuales de música popular en diversos contextos, es habitual en la música clásica que se incluyan a veces fragmentos originales propios, «à la manière de», imitando el estilo de la música popular, para representarla; pero no se vé nunca que compositores sólo formados en música popular de repente incluyan música culta como no sea para hacer una cita mediante grabación y, por supuesto, siempre de otro autor, nunca propia. Por lo tanto, te ruego que seas tan amable de decirnos qué tendría que conocer el músico culto para componer música popular para lo que no esté formado e informado ya en su larguísima carrera –de las más largas del mundo, por cierto–.
No hay discriminación en la descripción, Pedro, ¿dónde la ves tú? Que algunos compositores de música clásica hayan usado de temas de música popular es normal, como te digo, porque para el músico clásico, con los medios y conocimientos de que dispone es algo habitual y sencillo el poder hacerlo, sin embargo, que ocurra al revés, repito, es extremadamente raro, ***como no sea que el músico que se dedica a música popular haya tenido formación clásica, en cuyo caso estaríamos hablando de lo mismo***. Son dos tipos de formación distintos: una que requiere de una gran pericia intelectual y artística en multitud de temas conceptuales, técnicos y prácticos y otra que requiere de una pericia básica y tiende más a lo artesanal –lo cual es algo tan digno como lo que más–.
Los músicos clásicos ya buscamos «bolos» como todo el mundo, ya vivimos y compartimos la música, como dije en mi anterior mensaje. Y nadie ha dicho que no nos necesitemos los unos a los otros –de hecho no sólo los músicos nos necesitamos los unos a los otros sino también las personas inteligentes que deseamos que la civilización no se retrotraiga y que todo siga adelante haciendo lo que debe hacerse para que esto sea así, por ejemplo–, lo único que he dicho es lo expresado en mis dos mensajes. Si lo que proponías eran estas cosas, ya se están haciendo desde siempre, en algunos instrumentos más que en otros, porque lo que diferencia estas cosas sobre las que hablamos es su propia naturaleza, que es la que al final aglutina las etiquetas identificativas, non viceversa.
Santiago Urbana: Qué tal Pedro?
La música popular y la académica o culta (o «de creación») son dos cosas distintas y normalmente cualquiera sabe diferenciarlas.
No le veo necesidad de intentar mezclarlas como si fueran lo mismo, porque no son lo mismo. Cada una tiene su público y tiene sus características y objetivos distintos, porque si no las tuvieran serían imposibles de distinguir.
Juntas en lo que haga falta, pero no revueltas.
Hay que saber distinguir buen las cosas para no confundir más a la gente. También son primates los monos y los hombres y, fuera chistes, juas, serían difícil de confundir. Porque dos cosas compartan algunas características no por eso tienen que ser lo mismo. Hay muchos tipos de primates igual que hay muchos tipos de músicas y muchos tipos de pinturas y muchos tipos de comidas y muchos tipos de aromas y muchos tipos de emociones, etc Y no son lo mismo.
Santiago Urbana: Pero yo lo que no he entendido de tu intervención es qué es lo que querías aportar en este debate sobre «cuál es el papel de la música clásica en el mundo occidental en la cultura de nuestro tiempo y cómo se puede colaborar para que ese papel se realice». No se pregunta por la música popular porque no tendría sentido, porque la música popular está ahora instalada por todas partes en el mundo y la oímos a todas horas en todas partes, hasta sin querer.
Ojo, que yo no sé qué es lo que tú entiendes por música clásica como para que le atribuyas esas características raras de separatismo y elitismo que no tiene y sin embargo digas que sus caraterísticas normales son producto de «mercados» o de «institucionalizaciones».
Lo mismo la estás confundiendo con otras cosas. Que podría ser.
Santiago Urbana: Por ciertoooo, ¡el video de la charla de Banjamin Zander muy bueno!
Cuánta gente como este director nos haría falta a los músicos académicos en las salas de conferencias de todo el mundo y hasta en los teatros para que la gente que cree en mentiras aprendiera el valor de verdad que tiene la música clásica en la vida!
Santiago Urbana: Pedro, no sé si lo has leído pero te recomiendo el tema de debate de M&C llamado «LO HORROROSO/ESPANTOSO DE LA MÚSICA CLÁSICA EXPLICADO».
Te gustará leerlo si no lo has hecho ya.
Pedro J. G. Gambín: Gracias lo leeré.. Es un debate largo. Debe ser que tradicionalmente he visto como esos dos términos se usaban de forma discriminatoria. (por ambos lados) La formación no debería ser limitada al uso que vosotros llamáis culto, la técnica es la misma realmente, es un cambio de concepto, más que mental de actitud, me encantaría seguir hablando del tema, pero hoy ya no puedo, tengo obligaciones. Ha sido un placer, gracias por generar debate en torno a la música. Y por vuestros comentarios. Volveré….
Agustin Barahona: No entiendo por qué dices que la formación «no debería ser limitada al uso […] culto». Ese no es un problema de los músicos clásicos, que no limitamos nada, sino en todo caso de quienes no se forman en todo lo que nosotros debemos aprender para poder ejercer nuestra profesión. Esa compleja y amplia formación está abierta a todo el mundo que tenga capacidades para poder adquirirla y aprovecharla. En cuanto a lo que dices de la técnica simplemente no es cierto, ***no es la misma***, obvia y objetivamente, y a los hechos y evidencias diarias nos remitimos todos, Pedro. Si fuera la misma en ambos lados se necesitaría estudiar lo mismo para poder componer música culta y música popular y sin embargo no es así, como ya hemos mostrado y argumentado. Además, estoy observando que no has contestado a ninguna de las objeciones que se te han hecho y creo que deberías, porque si lo haces te darás cuenta de que no tienes razón en lo que estás diciendo, Pedro. Te esperamos.
Santiago Urbana: Estoy de acuerdo, Agustín. Con todo el respeto, Pedro, yo tampoco estoy entendiendo bien tus respuestas porque parece que estuvieras hablando de cosas que no existen o de clasificaciones extrañas.
La técnica compositiva no es la misma. Cualquier chavalín de la calle puede componer espontáneamente música popular sin ningún conocimiento teórico de música pero no podría hacer una sinfonía, pongo por ejemplo.
Una pregunta simple y directa, Pedro, ¿crees que se requieren los mismos conocimientos técnicos para componer «los cuatro muleros» o el «la mi cabra» que «El Anillo del Nibelungo» de Wagner y que sólo es un cambio de concepto y actitud?
Y cualquiera se preguntaría ¿no será que lo que ocurre es que llamas música popular a cosas que no lo son?
Jeannette Du Pre: OMG! Teno ojos briliantes por escuchar a Benjamin Zander! God bless him!
Vera Assis: Tema muito interessante.
Esto es lo que yo llamo dirigir «por la cara» 😉
Leonard Bernstein dirigiendo «sin manos», con gestos faciales 😉 – YouTube.