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¿Puede haber verdadera ciencia donde hay verdadera religión? - enero 2, 2017 por Agustín Barahona

ciencia

Agustín Barahona«El motivo por el cual ha habido hombres de ciencia que eran religiosos es porque la religión nació muchísimo tiempo antes que la ciencia y mientras la ciencia fue teniendo su propio nacimiento y desarrollo el ser humano siguió tendiendo a cubrir con religión aquellas cosas a las que la ciencia no llegaba porque aún no tenía medios para llegar.

Eso explica el por qué de que grandes científicos del pasado hayan sido religiosos, como Newton, por ejemplo. Sus descubrimientos científicos no se deben a la religión sino a la ciencia, pero cuando no tenía más medios para seguir investigando atribuía a un dios cosmócrator el resto de las cosas.

En nuestros días donde la ciencia ya no es un ser infantil sino un ser adolescente que comienza a ser maduro ya no hay posibilidad de tales conceptos pueriles y aunque nos damos cuenta de que siempre habrá muchas cosas que nos queden por saber ya nos damos cuenta de qué cosas de las que cubría la religión no pueden ser correctas y por lo tanto ya no es posible compatibilizar la religión en aquellos mismos campos en que se trabaja con la ciencia. La prueba de ello es que es muy difícil que un científico pueda albergar ideas religiosas allí donde la ciencia le da una explicación.» [Agustín Barahona]

¿Si una palabra no está en el diccionario de la RAE no vale o no es español? - diciembre 10, 2016 por Agustín Barahona

Agustín Barahona«He escuchado muchas veces que tal o cual palabra no es válida o no es español porque no está en el diccionario de la RAE. Esto es falso e indica claramente que las personas que lo dicen o bien no estuvieron en clase el día que explicaron lo que voy a «recordarles» seguidamente o bien estaban pensando en cosas más hormonales. Después, cuando llegabas a la universidad, era inevitable que a quien pudiera no tener claras estas cuestiones elementales de colegio, u otras igualmente básicas, se le mirara como a un extraignorante extraviado. Pero con la rápida ayuda de sus compañeros hacíamos que su ignorancia durara poco, como ahora vais a ver 😉

Para aclarar este tema tenemos que explicar muy básica, simplificada y resumidamente dos cosas: cómo incluye términos el diccionario de la RAE y cómo se forman las palabras del español.

diccionario de la lengua española (23ª ed.)-9788467041897Las personas despistadas de las que hablo seguramente no saben que, aunque en el diccionario de la RAE se pueden deducir indirectamente algunas normas básicas fruto del análisis sincrónico semántico en un momento dado, ya no es, como antaño, un diccionario educativo normativo-prescriptivo donde se den las reglas para que una palabra pertenezca o no al español –para eso está la gramática del español, que sí es educativa y normativa como resultado del estudio del comportamiento inherente del lenguaje como un sistema natural–, donde el significado de un término u otro haya de ser realmente el que aparece allí reflejado (sí, no se me asusten, ahora lo explico), sino que, más bien por motivos políticos que científicos, es ahora un diccionario descriptivo de uso. Esto es, lo que recogen las academias de la lengua –que hace tiempo que son en plural y no hay una sola academia– en su diccionario, por tanto, es teóricamente el repertorio de términos que en cada país hispanófono se usan estadísticamente más junto con el significado que dan a cada uno de ellos sus hablantes en su uso durante la comunicación, independientemente de que el término o su uso sean correctos –actualmente para ver el significado real de términos hay que acudir a diccionarios o manuales especializados–. Esto quiere decir que si un suficiente número de hablantes de repente comienza a utilizar la palabra «mazo» con el significado de «muy o mucho» aunque éste no sea el significado real de la palabra acabará por incluírse así en el diccionario de la RAE. El modo en que las academias incluyen los términos y significados en su diccionario se supone que garantiza que estos términos y sus significados son reales y suficientemente representativos como para ser incluídos en el diccionario. Por lo tanto la finalidad del diccionario de la RAE no es dictar qué palabras son correctas o no en el uso del español y sus significados sino facilitar que se pueda saber en cualquier circunstancia el significado que se le da a una determinada palabra en la calle. Si eso es o no lo conveniente lo dejaremos para otro artículo.

Por otro lado, el español es una lengua que, como todas, está constituída de una serie de conjuntos de herramientas, donde las categorías más grandes a los efectos de lo que explico en este pequeño artículo son, resumiendo grosso modo, sus reglas morfosintácticas y su léxico. La morfosintaxis, para entendernos rápido, estudia y maneja cómo se relacionan todas las unidades con significado para poder formar sentido en unidades mayores. Aunque suele decirse que la unidad mínima de una lengua a nivel de significado es la palabra no es cierto: es el morfema, puesto que es articulable y su permutación varía el significado de la palabra –en realidad deberíamos decir que es el monema, pero estamos simplificando conscientemente en aras de la didáctica, porque el tema es algo más complejo y sólo queremos mostrar sus aspectos relevantes para este artículo–. Por ejemplo, los morfemas «-a» y «-o» varían el significado con el lexema «niñ-«, lo que prueba que esos morfemas tienen por sí mismos significado. El diccionario recoge de entre el repertorio de morfemas aquellos que sirven para crear palabras nuevas. Por ejemplo, el morfema «extra-« aparece recogido en el diccionario porque sirve para formar palabras españolas donde ese componente aparezca prefijado con el significado o bien de «fuera de» –este primero es el que he usado al comienzo para la palabra «extraviado», es decir, «fuera del camino»– o bien de «sumamente» –este último es el que he escogido en mi primer párrafo para usar la palabra española que no aparece en el diccionario de la RAE «extraignorante»–. A la morfosintaxis, pues, compete las reglas para la creación de todas las palabras en un idioma.

Resumiendo, el diccionario de la RAE no recoge todas las palabras posibles en el español, sino sólo las que se usan en un determinado porcentaje y del modo en que se usan, así como los morfemas que permiten crear nuevas palabras españolas. Eso quiere decir que usando la riqueza combinatoria de las reglas morfológicas del español podemos crear cuantas palabras españolas nos sean necesarias, con la única limitación de que, como la lengua es económica por naturaleza –tiende a eliminar redundancias y a resistirse a admitirlas–, si un significado concreto tiene ya reservado en la lengua una palabra concreta no tiene sentido crear una nueva –a no ser que comporte alguna notoria ventaja para la lengua sobre la otra palabra–, y el hacerlo sólo puede significar la mayoría de las veces un profundo desconocimiento de su propia lengua por parte de quien así actúe. De ahí que para no acabar volviéndonos locos todos manejando repertorios léxicos interminables y redundantes –más propios de los aislamientos sociales provenientes de aislamientos geográficos en el pasado e impropios de un mundo globalizado donde todos tenemos la información de casi todo a mano–, debemos respetar las reglas básicas de la lengua y debemos usarla, como debemos usar todo, del mejor modo posible, es decir, de un modo lógico y cultivado, conociendo cómo funciona de modo natural. Cuanto más se lee literatura de calidad más léxico rico y cualitativo se posee y, por lo tanto, mejores capacidades para describir, por una parte, el mundo en que nos movemos y, por otra, nuestro modo de relacionarnos con él a través de nuestras ideas, emociones y sentimientos. Y si nos damos cuenta de que algo que existe no ha sido aún particularizado por el uso de una palabra es el momento para hacer nacer una nueva palabra española, un neologismo, siguiendo las reglas inherentes al español. El fruto siempre será lengua española.» [Agustín Barahona]

Motivación y pseudomotivación en educación - noviembre 2, 2016 por Agustín Barahona

motivacion extrinseca

Agustín Barahona«En nuestros días muchos padres han caído en el error de creer que una especie de místico concepto llamado falsamente motivación es la varita mágica que hará que alumnos que muestran claramente no estar capacitados para hacer el esfuerzo necesario para aprender algo repentinamente lo estén, incluso sin seguir las enseñanzas del profesor [!]. Se confunde motivación con adulación falaz, estéril y perjudicial, que no es más que clara y canallesca pseudomotivación.

Es asombroso comprobar cómo puede haber gente que crea que educar es engañar a un alumno diciéndole, contra el propio juicio profesional del educador y contra las evidencias, que está capacitado para algo aunque después de los denodados esfuerzos de su profesor por capacitarlo sea evidente que no muestre estarlo en modo alguno. Estimados padres: motivar no es engañar, sino usar las herramientas educativas que se permiten para disponer del ánimo del alumno ***con el fin de que haga lo que su profesor le instruye***. Es dar motivos veraces y pragmáticos para que los alumnos puedan percibir todas sus posibilidades reales de crecimiento y dar medios para que éstos puedan alcanzar las más altas cotas que sólo con los esfuerzos mayores y mejor organizados pueden ser alcanzadas.

Por lo tanto, desde que el Ser Humano existe como tal sobre el mundo, el éxito de la motivación es y ha sido siempre cosa de dos.» [Agustin Barahona]

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