
«Los funcionarios docentes debemos denunciar los abusos de la administración a inspectores que trabajan para ella, no existiendo aquí la imprescindible y requerible independencia en quien debe instruir un caso, pues, inconcebiblemente, el instructor trabaja para el denunciado, bajo el aparente consentimiento de toda la sociedad. Esto, para quien no lo sepa aún, requeriría recusar a todo inspector en esa situación. Es más, el inspector debe lealtad a su administración y a sus jefes, que es como decir a las claras que se le pide parcialidad, pues si no cumple con dicha lealtad puede ser amonestado. Estas cosas son rémoras abusivas de un pasado abusivo, como sucede aún, por ejemplo y de igual manera, en el ejército español, donde todos deben denunciar los abusos de que son objeto a sus propios abusadores [!]. España es el único país del mundo supuestamente occidental y civilizado que conozco donde los abusos de poder, como en el vergonzoso pasado, aún deben ser denunciados a los que abusan del poder, lo cual hace que, de hecho, el Estado de Derecho no exista y no sea más que una pantomima para crédulos contra la cual hay que reaccionar con la máxima urgencia, porque nos está destruyendo.» [Agustín Barahona]
«Son como una película de horror, propia del repertorio de Bradbury. En lugar de hacer buena ropa, correcta y limpia para todos prefieren mutilarnos y desfigurarnos para que nuestro cuerpo encaje sangrientamente en los harapos mal hechos. Ésta es la falsa política de pesadilla que nadie ha elegido y en la que estamos prisioneros mientras no reaccionemos.» [Agustin Barahona]
«En las escuelas no «se mata la creatividad« –eso es sólo un eslogan manipulador sin ningún fundamento científico, rastreable hasta los centros Waldorf y sus adláteres y accionistas, derivados originalmente de la secta de Rudolf Steiner «Antroposofía», como ya he explicado en mi muro de facebook varias veces–. Lo que se puede matar es la capacidad para razonar correcta y completamente por uno mismo, por no ser nunca enseñada y desarrollada, y esa muerte es la que después impide a cada ser humano poder tomar las decisiones adecuadas para, en cada segundo, crear un mundo nuevo y mejor. Poned a un niño con buenas herramientas mentales y emocionales –derivadas estas últimas de las primeras– a desarrollar por sí solo su creatividad y veréis lo imparable de sus posibilidades; poned a otro sin capacidad crítica para saber qué es lo correcto y qué no y veréis cómo se atasca más pronto que tarde creyéndose perdido y pensando que es un fracasado. Lo que mata la creatividad, que es natural en todos los seres humanos, no son las escuelas: es el sistema que no enseña a razonar y ser críticos con corrección y completura para dar cauce adecuado a la creatividad. Razonadlo… si aún podéis.» [Agustin Barahona]