
«Un delincuente no deja de serlo porque lo metan en la cárcel, pero hay que hacerlo y no evitarlo argumentando que es un problema político el que sea un delincuente.
El que todo un grupo de delincuentes aduzcan falaciosamente que la mayoría de ellos deciden libre y democráticamente que no lo son y que por ello hay que respetar sus decisiones soberanas no hace ni que sus delitos se borren ni que éstos puedan ser ignorados por el juez.
El que se eduque a la gente para no ser delincuentes no garantiza que la naturaleza de algunas personas no pueda llevarlos patológicamente al delito con una sonrisa y reclamando el derecho a ser delincuentes, orgullosos de serlo.
Esto siempre ha sido así, no hay nada nuevo bajo el sol.» [Agustín Barahona]