
«No es cierta la vil excusa de los políticos de que ellos están corruptos porque la sociedad está corrupta –obvia variante pueril de la falacia del tu quoque–. Lo que, sin embargo, sí que es cierto, es que todo el particular y minúsculo mundo del que surgen los políticos sí que está corrupto y ellos lo corrompen cada vez un poco más en un aparentemente eterno efecto de retroalimentación. Por mi parte, hago lo posible para que un día los puestos de responsabilidad sólo puedan ser ocupados por verdaderos expertos responsables, pero los así llamados políticos tienen más medios, porque trabajan juntos y tienen el control de masas a su disposición –menos internet, aún–. ¿Sabíais, por cierto, que en España los equipos directivos de los centros de educación que educan a nuestros hijos son simplemente puestos políticos que el claustro hace tiempo que no elige y que la norma dice que incluso pueden llegar a ser personajes que nada tengan que ver con la educación?» [Agustín Barahona]

«Los funcionarios docentes debemos denunciar los abusos de la administración a inspectores que trabajan para ella, no existiendo aquí la imprescindible y requerible independencia en quien debe instruir un caso, pues, inconcebiblemente, el instructor trabaja para el denunciado, bajo el aparente consentimiento de toda la sociedad. Esto, para quien no lo sepa aún, requeriría recusar a todo inspector en esa situación. Es más, el inspector debe lealtad a su administración y a sus jefes, que es como decir a las claras que se le pide parcialidad, pues si no cumple con dicha lealtad puede ser amonestado. Estas cosas son rémoras abusivas de un pasado abusivo, como sucede aún, por ejemplo y de igual manera, en el ejército español, donde todos deben denunciar los abusos de que son objeto a sus propios abusadores [!]. España es el único país del mundo supuestamente occidental y civilizado que conozco donde los abusos de poder, como en el vergonzoso pasado, aún deben ser denunciados a los que abusan del poder, lo cual hace que, de hecho, el Estado de Derecho no exista y no sea más que una pantomima para crédulos contra la cual hay que reaccionar con la máxima urgencia, porque nos está destruyendo.» [Agustín Barahona]
«Son como una película de horror, propia del repertorio de Bradbury. En lugar de hacer buena ropa, correcta y limpia para todos prefieren mutilarnos y desfigurarnos para que nuestro cuerpo encaje sangrientamente en los harapos mal hechos. Ésta es la falsa política de pesadilla que nadie ha elegido y en la que estamos prisioneros mientras no reaccionemos.» [Agustin Barahona]