
«Como saben, existe el delito de ofensa a los sentimientos religiososos pero no el delito de ofensa a la racionalidad científica. Ésta es la España en que vivimos.
Todas las pseudociencias tienden a funcionar como religiones en todos sus patrones psicosociológicos y políticos, hasta el punto de que esencialmente no suelen diferenciarse de charlatanes y estafadores, y, contra todo pronóstico, en pleno siglo XXI no sólo proliferan sino que son protegidas por el Estado, que les permite prosperar económicamente a costa del retroceso civilizatorio que comportan. Incomprensiblemente se les fabrican ad hoc «a prioris» que no se hacen para otras categorías sociales, especialmente para aquellas que son la esencia de la educación y formación en el pensamiento crítico y analítico que permite que todos podamos avanzar y trabajar por el bien común.
Los tribunales esgrimen la justificación de que hay que defender el derecho a la libertad de expresión, a pesar de que esto choca frontalmente con un delito de blasfemia disfrazado de «ofensa a los sentimientos religiosos». Así pues, ¿cuál es realmente el bien jurídico protegido en el delito de blasfemia que no se practica paritariamente y tipificadamente a todas las posibles ofensas de sentimientos? No respondan, no hace falta.» [Agustín Barahona]
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Véase también:
¿Puede haber verdadera ciencia donde hay verdadera religión?
La “aconfesionalidad” es sólo una treta religiosa.
Lo racional distingue entre lo que sabe y lo que ignora, lo irracional siempre lo confunde.
El Estado protege en el código penal las creencias, pero no la lógica.
¿Cómo se fundamenta la estipulación de un delito contra los sentimientos religiosos?
¿Es inviable un delito contra los sentimientos religiosos?


«La religiosidad podría considerarse algo muy respetable, como una opción placebo u opiácea mental que ayude al individuo, siempre y cuando permanezca en el dominio de la intimidad personal. Pero en el momento en que lo sobrepasa, apologéticamente o no, tiene que estar dispuesta a enfrentarse a la realidad del mundo y aceptar con deportividad y cultura las reglas del juego lógico y sociológico. Si no es capaz de asumir honestamente ese compromiso elemental más le vale quedarse en la solitud protegida de la torre de marfil del cerebro personal, donde nada –o casi nada– la dañará.» [Agustín Barahona]
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La hipocresía de los que se declaran como ejemplo de lo que debe ser un no-hipócrita es hipocratizante, es decir, digna de ser llevada a los médicos. Pero cuidado, no todo religioso es evangelizador vocacional. La religión sigue siendo el opio de los pueblos, aquello que los narcotiza para poder sobrevivir cuando el dolor de la realidad es insufrible para ellos.
Véase también:
¿Puede haber verdadera ciencia donde hay verdadera religión?
La «aconfesionalidad» es sólo una treta religiosa.
Lo racional distingue entre lo que sabe y lo que ignora, lo irracional siempre lo confunde.
El Estado protege en el código penal las creencias, pero no la lógica.
¿Cómo se fundamenta la estipulación de un delito contra los sentimientos religiosos?
¿Es inviable un delito contra los sentimientos religiosos?
Los límites de la libertad de expresión.
¿Qué es realmente una blasfemia?



«Quitadles a los españoles el chiste fácil y malo, el último refugio que usan para poder soportar tanta injusticia y ultraje político diarios, y ***no les habréis dejado ya nada que perder***, con las consecuencias que ello podría conllevar. Historia, Magistra vitae.» [Agustín Barahona]
Dani Mateo: “Estoy alucinando, no han entendido ni el chiste”, ha dicho el presentador sobre la denuncia de una asociación en defensa del monumento.
Origen: La respuesta de Dani Mateo a la querella por su chiste del Valle de los Caídos
Por cierto, a mí también me parece de un pésimo gusto estético la cruz del valle de los caídos. No he visto una cruz más fea en toda mi vida. No veo blasfemia alguna en ninguna parte.