«No se puede cambiar lo que no se conoce y para cambiar el mundo hay que saber cómo funciona. En ese sentido no sólo está bien que los niños aprendan economía, sino que es imprescindible o jamás podrán ayudarnos a construir un mundo mejor. Ahora bien, está claro que un libro como éste no pretende enseñar a conocer el mundo para cambiarlo, sino que lo que claramente quiere es que los niños formen parte del mismo sistema enfermo que beneficia sólo a unos pocos y descarada y corruptamente se les incitan contravalores. Pero esto no es nuevo, porque hace mucho tiempo que en los colegios se inculcan valores de un modo extraño en relación a la realidad, como por ejemplo, decir que _hay que compartirlo *todo*_ cuando en realidad los propios educadores que lo inculcan no compartirían ni sus casas, ni sus cónyuges ni muchas otras cosas. Hay que ser coherentes: o compartimos todo o no compartimos nada o la compartición es un acto de generosidad puntual guiado por la inteligencia, pero no puede ser las tres cosas a la vez. Ese conflicto entre la educación en valores y el mundo real es algo que hay que resolver ya, o de lo contrario los niños al final aprenden a ser hipócritas. Y todos salimos perdiendo.» [Agustín Barahona]
Origen: El libro de Finanzas para niños que irrita a Podemos: qué es una hipoteca y cómo ahorrar
«Sras y Sres: Hay que conseguir que las Cortes nos devuelvan el Poder que legítimamente nos pertenece:
el Legislativo.
Mientras lo tengan secuestrado los partidos políticos que forman parte del ejecutivo ni habrá separación de poderes ni habrá justicia, porque lo que hacen estas instituciones demostradamente canallas es simplemente blindarse para vivir en un mundo paralelo ***en donde las leyes que hacen para nosotros no les afectan a ellos*** –tienen su propio negocio intocado e intocable, su propia jubilación blindada, sus propias prebendas judiciales, sus…. etc–.
Es la corrupción total del sistema, puesto que la única garantía de justicia en la separación de poderes es que lo que haga cada uno de ellos afecte por igual a todos desde la independencia de injerencias en su creación. Y así sí sería cierto que los españoles son todos iguales ante la ley. Esto por no mencionar que la selección más alta de jueces la hace el ejecutivo, con lo que tampoco quedan realmente separados los poderes Ejecutivo y Judicial. Y, por supuesto, el único poder central que debería existir para garantizar la calidad de los otros tres no existe como tal aún: el Poder Educativo.
Además, hace muchísimo tiempo que la voluntad de todos los españoles cabe perfectamente bien en el Congreso de los diputados a través de internet –que no cupiera fue el motivo inicial para instituír los partidos políticos como representantes a principios del siglo XIX–, como ocurre en otros países. Hace mucho tiempo que no necesitamos real y fácticamente que ningún partido nos represente, y es lo primero de lo que hay que prescindir para poder dar una mínima oportunidad al sistema de libertades y garantías a que pueda existir como tal sistema.» [Agustín Barahona]
Léase también:
Aceptar la partitocracia es legitimar la ignorancia que la sostiene y perpetúa en retroalimentación.
Publicada por Agustin Barahona en Domingo, 18 de marzo de 2018