CRITERIOS DE DIGNIDAD Y VULGARIDAD EN CHOPIN

Inma J. Ferrero: Estoy empezando a conocer más en profundidad la obra de Chopin, he leído que ha sido comparado con Bach, Liszt, Beethoven. ¿Querría saber si le considerais el mayor representante del romanticismo musical y si no es así cual creéis que es la figura más representativa del romanticismo?

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Chopin – Nocturno en fa sostenido menor Op 48 Nº 2 (Pianista – Claudio Arrau)


Agustin Barahona: Un movimiento cultural como el romanticismo en donde la búsqueda de la auténtica libertad es uno de los pilares filosóficos sobre los que se apoya el artista hace difícil que podamos hablar de un romanticismo, sino de tantos romanticismos como realizaciones de ese conjunto de ideas generatrices pueda haber en la búsqueda de esa libertad ontológica. Esto sin tener en cuenta también que, al margen de puristas que sólo identifiquen el movimiento con su inicio, el romanticismo no se quedó quieto y evolucionó por sí mismo con la constante reflexión filosófica a lo largo de todo el siglo XIX, por lo que dependiendo también de en qué momento lo observemos los prototipos de su expresividad y representación pueden ser distintos.

Dicho esto, no obstante, para mí Chopin es uno de los mayores exponentes de la poesía lírica y profundamente intimista en la música, pero es sólo mi sentir personal. No es éste el lugar para hacer un panegírico, o semblanza incluso, de la personalidad y capacidades de Chopin, pero, como pinceladas ilustrativas, baste decir que en el tratamiento armónico es un genio que se muestra hollando caminos –como los cromatismos melódicos y modulantes, las progresiones alteradas, etc– que sólo años después otros músicos románticos comenzaron a frecuentar y desarrollar y lo hace de un modo de núcleo y resultados completamente estéticos. Es probable que la comparación que se hace de él con Bach –cuya música admiraba– o Beethoven devenga de estas habilidades técnicas. Su capacidad para emocionar –diría a veces que conmocionar– mediante el ser constituído por la relación entre melodía como cuerpo y armonía como alma es sencillamente proverbial, uno de sus rasgos estilísticos. Y todo esto sin hablar de sus capacidades como pianista, que contribuyeron notoriamente a cambiar nuestra forma de concebir el piano, sus sonoridades y sus posibilidades mecánicas para siempre.

Pero insisto, es sólo un resumen rápido de mi opinión y sentir sobre su música. Quizá otros compañeros de M&C tengan otras cosas distintas que decir al respecto.


Inma J. Ferrero: Me llama también la atención el hecho de que sólo publicara aquellas obras que consideraba dignas e incluso que hiciera crítica de las obras de otros autores llegando a tachar a estas de vulgares. ¿Cómo se puede llegar a saber si una pieza es vulgar o no lo es? ¿Es toda la música digna de ser escuchada o depende del gusto del oyente?


Agustin Barahona: El criterio de vulgaridad corresponde habitualmente a aquello que es realizado sin ninguna calidad, es decir, sin atender a los procedimientos de construcción cualitativa de naturaleza técnica (armonía, contrapunto, estructuras musicales, etc.), como lo haría «el vulgo». Algo, por ejemplo, con muy buenas intenciones, pero carente de estos requisitos constructivos será mucho menos eficaz respecto de sus objetivos y carecerá también de la coherencia y cohesión necesarias. Pero en el caso de Chopin habría que ver exactamente qué es lo que dice en su texto original –las traducciones no siempre son fieles– y el contexto en que lo dice.

Respecto a sólo publicar lo que uno considera digno, es, diría, patrimonio extendidísimo de todos los compositores que tengan un gran respeto por su público y por su propia imagen, pues todos los compositores serios buscamos la calidad en lo que hacemos. Por supuesto, toda la «música» es digna de ser escuchada, como tal música, y el que el oyente pueda participar y, por lo tanto, gustar de lo que la obra comunica es algo que depende de muchos factores, pero el principal de ellos es, obviamente, que el lenguaje en que le es transmitida la música sea inteligible para él, es decir que emisor y receptor participen del mismo código.

marzo 22, 2012 a las 5:56 pm por Agustín Barahona
Categoría: Debates, Musicología