Doña Edurne no parece tener claras cosas muy básicas y no entiendo cómo siendo catedrática de ciencias políticas siquiera se atreve a intentar algo tan antiguo como esta retorcida técnica manida y desgastada de escaramuza de descargo con cambio de tema incluído que en la universidad se enseña a detectar y combatir, por reprobable, desde hace siglos.

Veamos, si Cañete se da por ofendido –que es lo que ocurrió con Ada Colau in situ– entonces le tendrían que pedir disculpas, como hicieron con Colau a petición reiterada del moderador –pues no fue a voluntad espontánea del insultante–. Mientras tanto, no es lo mismo un chiste en un programa de humor satírico –por mucho que a mí no me gusten muchos de ellos– que un insulto directo en la cara a un contertulio sin ninguna pretensión de broma sino con toda la intención de herir, desvinculado por completo de toda la argumentación, y encima en un programa serio que es supuestamente de debate. Todo este artículo de Doña Edurne no es más que una versión extendida de la famosa falacia del «tu quoque», para intentar quitarle hierro a un innegable e inescondible asunto que está «al Rojo».

Léase el artículo de Doña Edurne aquí: Gorditos.

abril 15, 2014 a las 6:38 pm por Agustín Barahona
Categoría: Humanismo, Reflexiones
Tags: ,