«Es tan evidente lo torticero de este escrito que casi no merecería la pena comentarlo. Simplemente diré un par de cosas. No sé de dónde se ha sacado esa definición de «tortura», pero la que da el RAE es «1. f. Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo». Es decir, que castigar al toro de esa manera es tortura. Así de simple (e intentar modificar esta definición básica podría hacer aceptar como no tortura un montón de situaciones abominables que a todos nos vienen a la mente). Y mucho más si el afligirle ese ultraje es, como insinúa el articulista, por el solo hecho de que sea un animal grande o peligroso, porque aplicando entonces la misma lógica deberíamos aprisionar «preventivamente» a toda persona grande y con capacidad para lesionarnos gravemente y someterla a «nobles» castigos semejantes a los que se somete al toro en la plaza. Por otro lado, mientras el toro no decida…» [Agustín Barahona]

Véase el artículo para el que esta reflexión es respuesta en: La tauromaquia no es tortura | HOY | Noticias del Ecuador y el mundo | Ecuador – Quito – Guayaquil.

diciembre 5, 2011 a las 5:53 am por Agustín Barahona
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