«Argumentar correcta y verazmente lo que uno piensa es mucho más que ser sincero: es ser lógico, razonable y constructivo, y eso es siempre una virtud, independientemente de las ideas que, por ejercer dicha virtud, no se ‘respeten’ precísamente porque no pueden ser respetables, dado que la respetabilidad no es algo inherente a las ideas sino sólo, en todo caso, a las personas. Cuando lo que se comparte es el conocimiento y la metodología para acercarse del modo más eficaz posible al mismo todo el mundo gana, incluso, aunque no puedan darse cuenta, aquellos que se sienten oprobiados y contrariados porque se identifican con las ideas que con dicho conocimiento son mostradas como incorrectas o incompletas.» [Agustin Barahona]
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