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¿Qué tipo de burla es ésta?: ¡una enfermedad psiquiátrica que sólo pueden determinar tus compañeros de religión! - febrero 15, 2022 por Agustín Barahona

Según la recién publicada clasificación internacional de enfermedades, la catalogada como MB26.08 y llamada como «Delirio religioso» es descrita en el manual como una

«idea delirante que gravita en torno a temas o cuestiones religiosas o espirituales cuya factibilidad no es aceptada por los otros miembros del grupo religioso al que pertenece la persona».

Esto quiere decir claramente que el diagnóstico no está en manos del especialista psiquiátrico, sino en manos de los feligreses compañeros de religión de la persona en cuestión, que pueden decidir o no que lo que quiera que sea el delirio de su co-religionario pueda o no ser tratado como una enfermedad. ¡Es completamente increíble!

Se trata claramente de un fraude, pues queda dependiendo de que una persona no competente para decidir si se trata de una enfermedad o no considere factible la idea de otra persona, independientemente de que lo sea o no.

¿Por qué hay religiones? - febrero 15, 2022 por Agustín Barahona

«Viendo la tipología de síntomas, si en el mundo antiguo hubiera existido la psiquiatría, y los manicomios, no existirían actualmente las religiones»

[Agustín Barahona]

Falacia del calamar o de tinta del calamar - diciembre 11, 2021 por Agustín Barahona

«Es el nombre que utilizo para identificar más claramente una tipología de falacias que usa mucha gente deshonesta –principalmente políticos y religiosos, aunque no únicamente–, habitual y generalmente consideradas falacias de distracción por cambio de tema pero en donde en este caso –y de ahí la necesidad de caracterizarlo con el nombre que uso– el nuevo tema es un problema que se atribuye falsamente al contrincante. Consiste en proceder como hace el calamar, que cuando tiene miedo huye pero no sin antes intentar confundir a su enemigo envolviéndolo repentinamente en un denso chorro de tinta oscura, como manto más o menos opaco de suciedad, con el fin de que se sienta perdido, se distraiga y no pueda ver en qué dirección huyó el animal.

Es en este sentido que se producen intentos de huída cuando en un debate demuestras a alguien que alguna idea que esta persona esgrimía –central o no– era errónea y el dueño de esta idea corregida, en lugar de responder con la honestidad que se espera de los participantes de cualquier debate real, asumiendo el error, responde sin embargo sin reconocer corregida la idea y cambiando brusca y rápidamente a un nuevo tema que intenta presentarte a ti como centro polémico de algo haciéndote alguna acusación directa o velada, incluso aunque sea completamente falsa y el que huye lo sepa, porque confía en que de ese modo, bajo la confusión de ese tupido manto oscuro que además mueve las emociones, tanto tú como los que presencian el debate olvidarán de inmediato la idea corregida que motivó la brusca y falsaria expulsión de la cortina de inmundicia.» [Agustín Barahona]

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