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¿QUÉ SIGNIFICA REAL y DEMOSTRATIVAMENTE «DESJUDICIALIZAR»? - julio 28, 2022 por Agustín Barahona

«La pregunta fundamental que hemos de hacernos para enfocar correctamente este tema es la siguiente: ¿qué es lo único que podría resolverse por una vía que no fuera la judicial?

Y la respuesta es obvia: lo único que podría resolverse por una vía que no fuera la judicial sería, evidentemente, aquello que no esté previamente judicializado. Y es obvio, pues lo que estaba previamente judicializado o bien siempre se ha de hacer cumplir o bien, en caso de que algo impida poder cumplir con la norma, siempre se ha de retirar de la obligación de cumplimiento para todos los ciudadanos a la vez, no para unos sí y para otros no. Por inadmisible, es imposible el solo planteamiento de que pueda caber en algún resquicio la arbitrariedad en la obligación del cumplimiento de las normas sociales.

¿Cuál es el modo habitual y correcto de judicializar algo? El modo de hacer judicial algo nuevo es siempre por vía legislativa, poder éste que en realidad pertenece al conjunto de los españoles supuestamente representados en las Cortes. En este sentido sólo debe judicializarse aquello que el pueblo español considere o haya considerado judicializar, es decir, hacer judicial, o sea, perteneciente o relativo al dominio de la administración de justicia, de la judicatura.

Así pues, para la pregunta esencial del primer párrafo no cabe, por tanto, ninguna otra respuesta en un Estado de Derecho, ya que quiere decir que si los ciudadanos nos pusimos de acuerdo de un modo lógico y racional para legislar considerando como faltas o delitos determinadas acciones, es decir, para judicializarlas, dichas acciones sólo pueden ser en adelante consideradas faltas o delitos punibles a cuyo tratamiento y responsabilidad estamos sometidos todos los españoles por el principio constitucional que dice que todos los españoles somos iguales ante la ley.

«Judicializar» es una palabra construída a partir del adjetivo «judicial» y el morfema desinencial «-izar» que crea verbos con significado factitivo. Así pues, como decimos, y como resumen conclusivo, judicializar significa hacer judicial por vía legislativa algo que podía, antes de ser judicializado, resolverse por otra vía hasta que dejó de poder resolverse y constituyó necesidad de tratamiento judicial; es decir, algo que claramente no constituía anteriormente un delito, pues, como recordamos y sabemos, es lo único que podría resolverse por una vía que no fuera la judicial, pero que después de la judicialización se convirtió en algo punible por las normas y, por tanto, judicial.

No existe, pues, ni puede existir ese matiz con que ahora algunos políticos intentan vendernos, de vez en cuando, la acción de judicializar pretendiendo hacerla significar algo así como una acción innecesaria o indebida [!!!], porque no puede ser nunca una acción innecesaria o indebida cumplir y hacer cumplir las normas ante las que todos los españoles somos iguales.

Hasta aquí todo lo referido al sentido positivo del lexema, judicializar. Pero entonces, ¿que decir de lo que es y supone «desjudicializar» y de lo que nunca, por tanto, puede ser o suponer ese concepto?

Teniendo en cuenta el significado privativo en español del morfema prefijo «-des», debemos entender que «des-judicializar» algo es y sólo puede ser, consecuentemente a todo lo previamente explicado, sacarlo de las normas que todos debemos cumplir. Es decir, exclusivamente, derogar las leyes que lo judicializaron. No puede significar ninguna otra cosa.

Ahora bien ¿sabrán esto los políticos o son, o fingen ser, analfabetos judiciales para poder pretender descaradamente que desjudicializar signifique otra cosa que en realidad ni significa ni puede significar? Lo veremos, pero llevan camino de ello, a juzgar por las declaraciones que de vez en cuando se les escapan en los medios de comunicación, donde pareciera que desjudicializar algo es hacer que no se cumplan las normas y que el gobierno lo ampare cometiendo, en el más leve de los casos, una dejación de funciones que además de un delito evidente genera más y más caos, pues implica que las normas ya no sólo no siguen la precepción constitucional de afectar a todos por igual sino que siguen caminos contrarios extraviados, que son guardados por centinelas gubernamentales que facilitan el paso sólo a sus amigos o conveniencias ocasionales. El perfecto ejemplo de Anti-Estado de Derecho que siempre en la Historia ha sido la antesala de las más sangrientas revoluciones.

Mucho cuidado.» [Agustín Barahona]

EL DERECHO EN ESPAÑA A GRABAR SIN PEDIR PERMISO - julio 17, 2022 por Agustín Barahona

«Llevo explicándolo más de un cuarto de siglo, pero aún poca gente lo sabe y es imprescindible saberlo para no quedar desamparado y poder dar así una muy desagradable sorpresa a los mentirosos acostumbrados a serlo impunemente. En la grabación no hace falta siquiera haber abierto la boca, basta con que uno tuviera derecho a participar para que nadie pueda acusarte de haber producido injerencia en el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones (art. 18.3 CE). Dichas grabaciones pueden ser utilizadas en cualquier procedimiento de defensa.

Lo que no puede hacerse es mostrar las grabaciones a terceros no autorizados en virtud de norma o grabar situaciones de terceros en las que uno no participaba ni podía participar.

Véase todo lo afirmado, por ejemplo, entre muchas otras, en la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal) Núm. 793/2016.

¡Que aproveche la información a todos mis amigos y colegas!» [Agustín Barahona]

¿POR QUÉ TENDEMOS AHORA A ESCRIBIR Y COMUNICARNOS CADA VEZ PEOR? - junio 12, 2022 por Agustín Barahona

De vez en cuando suelo observar que, en las redes sociales, alguien ya harto de estar harto, como decía Serrat en una conocida canción, no puede por menos que distribuir algún cuadro con fines correctivos para cosas que deberían haber sido bien aprendidas teniendo en cuenta que aprender la regla que está detrás no era tan difícil (¡caramba!, agregarían seguramente ellos, y con toda la razón).

Correcto. Pero un cuadro memorístico no resuelve nunca el problema. Sólo lo resuelve la comprensión del funcionamiento de tu propio idioma. De otro modo, la cantidad de cuadros como estos que habría que facilitar harían virtualmente imposible que la gente pudiera recordarlos todos. Por eso faltan y seguirán faltando por corregir, no obstante, una gran cantidad de incorrecciones que se escuchan todos los días en boca –y dedos– de pobre gente a la que no le enseñaron bien, incorrecciones que cada día que pasa son más numerosas debido a que otras personas con más suerte y conocimientos ya no se atreven a acometer el «acto de caridad» de corregirlas al prójimo equivocado o mal formado (el motivo del por qué de esto nos llevaría a otro asunto totalmente distinto de aquél con el que quería llamar la atención aquí, así que lo dejamos para otra ocasión quizá, aunque es verdad que también forma parte del problema).

Por poner sólo algunos ejemplos de lo abundante y largo que sería:

Al día preanterior no se lo llama antes de ayer*, sino «anteayer».

Sólo el verbo «hablar» –en todos sus sentidos intransitivos— rige siempre con la preposición «de» cuando se ha de expresar el tema de lo que se habla; sin embargo, el verbo transitivo «decir» jamás lleva la preposición «de» detrás para el mismo caso (es correcto decir «hablamos de ir a Madrid», pero con el verbo transitivo «decir» sería «dijimos que iríamos a Madrid» [recuérdese: Hablar_DE decir_QUE]).

Cuando se habla de la obligación de que algo sea de un determinado modo ha de decirse «debe ser» y cuando se habla de la probabilidad o inseguridad de que lo sea ha de decirse «debe de ser» [la probabilidad o inseguridad es la única que lleva el DE, justo al revés de lo que ya demasiada e inadecuada gente comienza a infestar por todas partes].

A la existencia de muchos «dequeístas» se intentó durante muchos años aplicar corrección sin explicar bien las reglas que estaban detrás y ahora una cantidad ingente de periodistas, por (mal) ejemplo, se han convertido en «queístas» vergonzantemente, ¡por tener miedo a ser dequeístas! La regla distintiva y resolutora de todos esos problemas de dequeísmo/queísmo es muy fácil. Cuando una oración subordinada de relativo es un sintagma nominal (es decir, en este caso ese tipo de secuencias de palabras que empiezan por «que» haciendo las veces de un sustantivo) permite el artículo determinado delante manteniendo sentido (por ejemplo, «que vengan es deseable» permite la construcción «el que vengan es deseable»), Pues bien, ese sintagma nominal (la posibilidad de colocarle un artículo determinado delante prueba que lo sea) puede en una oración ser sustituído por su correspondiente pronombre demostrativo neutro «esto/eso». Si nos damos cuenta, al hacerlo queda siempre claro si había que poner «de que» o sólo «que».

Por ejemplo, es correcto decir «nos cansamos de que Pepe viniera» y lo sabemos porque podemos sustituir «que Pepe viniera» por su correspondiente pronombre «eso/esto» manteniendo el sentido, o sea, «nos cansamos de esto», nunca nos cansamos esto*, por lo que sería incorrecto (queísta aquí) decir «nos cansamos que Pepe viniera; sin embargo, es correcto decir «aborrecemos que nos engañen» como lo prueba la correcta sustitución pronominal «aborrecemos esto», o decir «yo tenía miedo de que suspendieras», como lo prueba la sustitución pronominal «yo tenía miedo de esto» (yo tenía miedo esto* no tiene sentido). La sustitución pronominal es el modo más fácil de estar seguros de si debe o no debe usarse el «de» delante de esas construcciones. Así se lo he enseñado yo a mis alumnos cuando me han preguntado que cómo estar seguros.

El tema de las comas, fundamentalmente de naturaleza sintáctica -aunque hay gente que cree que sirven para enseñar cómo debe respirar el que lee–, daría de por sí para mucho. O el del loísmo, laísmo y leísmo. O el uso de barbarismos o de calcos de otros idiomas teniendo nuestra propia forma de expresar esos mismos significados, por no hablar de las nuevas interferencias que causan con la propia lengua. O el que se hayan cambiado recientemente reglas ortográficas de muy fácil memorización (por ejemplo, en los casos de tildes) por opciones discrecionales que causan más confusión a quienes no distinguen bien el funcionamiento interno de su propio idioma y por ello no disponen del criterio correcto para poder decidir.

En fin… como se vé, podríamos estar aquí días hablando de cómo convertir en cuadros de reglas estas cosas que quizá mucha gente no tuvo la suerte de que se las enseñaran bien. ¿Pero sería alguien capaz de aprendérselas todas como reglas aplicadas a todos los casos como se ve en el cuadro que preside esta reflexión? Lo dudo.

En general, es verdad que leer mucho de buenas editoriales permite tener una cierta seguridad mnemotécnica de cómo se escriben las cosas, porque esa lectura genera rutinas visuales(-sonoras) correctas en el lector. Lo que es peor de todo esto es que con la internet mucha de la gente que no habla correctamente está fijando visualmente para terceros en sus escritos en la red ese modo de hablar incorrecto, lo que produce que muchas personas, al pasar ante sus ojos todos los días cosas incorrectas, estén quedando envenenadas en esas malas costumbres.

Moraleja: lee muchos libros pero sólo los revisados por lingüistas. Y sobre todo, aprende gramática, no te aprendas reglas sin más para pretender manejar bien tu idioma: compréndelo, escudriña su funcionamiento y no te quedes nunca sin saber por qué las cosas son de un modo y no de otro, eso es lo que te dará dominio sobre el mismo. Al fin y al cabo, eso es precisamente lo que haces cuando aprendes un nuevo idioma, comprender estructuras y resolver porqués. Si tuvieras que aprenderte de memoria todas las oraciones, frases y formas correctas posibles en ese nuevo idioma como reglas para poder manejarlo nunca terminarías de poder hablarlo.» [Agustín Barahona]

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