De vez en cuando suelo observar que, en las redes sociales, alguien ya harto de estar harto, como decía Serrat en una conocida canción, no puede por menos que distribuir algún cuadro con fines correctivos para cosas que deberían haber sido bien aprendidas teniendo en cuenta que aprender la regla que está detrás no era tan difícil (¡caramba!, agregarían seguramente ellos, y con toda la razón).

Correcto. Pero un cuadro memorístico no resuelve nunca el problema. Sólo lo resuelve la comprensión del funcionamiento de tu propio idioma. De otro modo, la cantidad de cuadros como estos que habría que facilitar harían virtualmente imposible que la gente pudiera recordarlos todos. Por eso faltan y seguirán faltando por corregir, no obstante, una gran cantidad de incorrecciones que se escuchan todos los días en boca –y dedos– de pobre gente a la que no le enseñaron bien, incorrecciones que cada día que pasa son más numerosas debido a que otras personas con más suerte y conocimientos ya no se atreven a acometer el «acto de caridad» de corregirlas al prójimo equivocado o mal formado (el motivo del por qué de esto nos llevaría a otro asunto totalmente distinto de aquél con el que quería llamar la atención aquí, así que lo dejamos para otra ocasión quizá, aunque es verdad que también forma parte del problema).

Por poner sólo algunos ejemplos de lo abundante y largo que sería:

Al día preanterior no se lo llama antes de ayer*, sino «anteayer».

Sólo el verbo «hablar» –en todos sus sentidos intransitivos— rige siempre con la preposición «de» cuando se ha de expresar el tema de lo que se habla; sin embargo, el verbo transitivo «decir» jamás lleva la preposición «de» detrás para el mismo caso (es correcto decir «hablamos de ir a Madrid», pero con el verbo transitivo «decir» sería «dijimos que iríamos a Madrid» [recuérdese: Hablar_DE decir_QUE]).

Cuando se habla de la obligación de que algo sea de un determinado modo ha de decirse «debe ser» y cuando se habla de la probabilidad o inseguridad de que lo sea ha de decirse «debe de ser» [la probabilidad o inseguridad es la única que lleva el DE, justo al revés de lo que ya demasiada e inadecuada gente comienza a infestar por todas partes].

A la existencia de muchos «dequeístas» se intentó durante muchos años aplicar corrección sin explicar bien las reglas que estaban detrás y ahora una cantidad ingente de periodistas, por (mal) ejemplo, se han convertido en «queístas» vergonzantemente, ¡por tener miedo a ser dequeístas! La regla distintiva y resolutora de todos esos problemas de dequeísmo/queísmo es muy fácil. Cuando una oración subordinada de relativo es un sintagma nominal (es decir, en este caso ese tipo de secuencias de palabras que empiezan por «que» haciendo las veces de un sustantivo) permite el artículo determinado delante manteniendo sentido (por ejemplo, «que vengan es deseable» permite la construcción «el que vengan es deseable»), Pues bien, ese sintagma nominal (la posibilidad de colocarle un artículo determinado delante prueba que lo sea) puede en una oración ser sustituído por su correspondiente pronombre demostrativo neutro «esto/eso». Si nos damos cuenta, al hacerlo queda siempre claro si había que poner «de que» o sólo «que».

Por ejemplo, es correcto decir «nos cansamos de que Pepe viniera» y lo sabemos porque podemos sustituir «que Pepe viniera» por su correspondiente pronombre «eso/esto» manteniendo el sentido, o sea, «nos cansamos de esto», nunca nos cansamos esto*, por lo que sería incorrecto (queísta aquí) decir «nos cansamos que Pepe viniera; sin embargo, es correcto decir «aborrecemos que nos engañen» como lo prueba la correcta sustitución pronominal «aborrecemos esto», o decir «yo tenía miedo de que suspendieras», como lo prueba la sustitución pronominal «yo tenía miedo de esto» (yo tenía miedo esto* no tiene sentido). La sustitución pronominal es el modo más fácil de estar seguros de si debe o no debe usarse el «de» delante de esas construcciones. Así se lo he enseñado yo a mis alumnos cuando me han preguntado que cómo estar seguros.

El tema de las comas, fundamentalmente de naturaleza sintáctica -aunque hay gente que cree que sirven para enseñar cómo debe respirar el que lee–, daría de por sí para mucho. O el del loísmo, laísmo y leísmo. O el uso de barbarismos o de calcos de otros idiomas teniendo nuestra propia forma de expresar esos mismos significados, por no hablar de las nuevas interferencias que causan con la propia lengua. O el que se hayan cambiado recientemente reglas ortográficas de muy fácil memorización (por ejemplo, en los casos de tildes) por opciones discrecionales que causan más confusión a quienes no distinguen bien el funcionamiento interno de su propio idioma y por ello no disponen del criterio correcto para poder decidir.

En fin… como se vé, podríamos estar aquí días hablando de cómo convertir en cuadros de reglas estas cosas que quizá mucha gente no tuvo la suerte de que se las enseñaran bien. ¿Pero sería alguien capaz de aprendérselas todas como reglas aplicadas a todos los casos como se ve en el cuadro que preside esta reflexión? Lo dudo.

En general, es verdad que leer mucho de buenas editoriales permite tener una cierta seguridad mnemotécnica de cómo se escriben las cosas, porque esa lectura genera rutinas visuales(-sonoras) correctas en el lector. Lo que es peor de todo esto es que con la internet mucha de la gente que no habla correctamente está fijando visualmente para terceros en sus escritos en la red ese modo de hablar incorrecto, lo que produce que muchas personas, al pasar ante sus ojos todos los días cosas incorrectas, estén quedando envenenadas en esas malas costumbres.

Moraleja: lee muchos libros pero sólo los revisados por lingüistas. Y sobre todo, aprende gramática, no te aprendas reglas sin más para pretender manejar bien tu idioma: compréndelo, escudriña su funcionamiento y no te quedes nunca sin saber por qué las cosas son de un modo y no de otro, eso es lo que te dará dominio sobre el mismo. Al fin y al cabo, eso es precisamente lo que haces cuando aprendes un nuevo idioma, comprender estructuras y resolver porqués. Si tuvieras que aprenderte de memoria todas las oraciones, frases y formas correctas posibles en ese nuevo idioma como reglas para poder manejarlo nunca terminarías de poder hablarlo.» [Agustín Barahona]

junio 12, 2022 a las 11:26 am por Agustín Barahona
Categoría: Escritos en Facebook, Humanismo, Lingüí­stica, Reflexiones
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