«Cuando un legislador redacta una norma debe articularla para dificultar o anular de antemano toda posibilidad de perversión o interpretación viciada que de seguro intentarán acometer los enemigos del Estado de Derecho. Ese es el motivo por el que desde época romana se dice que una parte de la culpa de que los perversos puedan pervertir la sociedad la tienen los legisladores ineptos, otra los que viendo la ineptitud de sus colegas no hacen nada por remediarlo y otra las autoridades que no aplican las normas o que negocian con ellas. Todos los que han «jugado» al «juego » de las elecciones sabían de antemano cuáles eran las reglas de este juego y la posibilidad de vicio que ofrecían, por lo que no cabe en absoluto quejarse ahora o intentar variar con subterfugios los resultados de la última tirada del dado. Los que, merced a este azar, están en posesión del poder de cambiar las viciadas normas del juego son los que deben cambiarlas, aunque es difícil confiar en ello porque precisamente la posibilidad de perturbación del orden o estado de las cosas es lo que en no pocas ocasiones permite que quienes están en el poder puedan perpetuarse en él.» [Agustín Barahona]

diciembre 15, 2011 a las 10:55 am por Agustín Barahona
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