Agustín Barahona

«Estad atentos a este estigma distintivo, porque los directores españoles de instituciones públicas que instruyen nuevos comportamientos normativos pero que sin embargo en su instrucción no hacen referencia alguna a la norma que ampara dicho nuevo comportamiento son habitualmente personas autoritarias y narcisistas con graves problemas emocionales generalmente radicados en su infancia y adolescencia, que no soportan que los ciudadanos no les rindan pleitesía ni que les pregunten sobre cuál es la norma que dichos directores están siendo en realidad obligados a ejecutar, y prefieren presentarla como una norma que ellos deciden ejecutar como si la ejecución de normas fuera algo arbitrario que dependiese del capricho de una o varias personas y ellos tuvieran el supuesto poder de ese capricho 🙂

Lo simpático es que a ese tipo de gente es muy fácil controlarla y descontrolarla y ellos mismos terminan haciendo que sus cada vez más graves problemas psicológicos, además de afectar a su vida y a su salud, afecten a su función pública terminando por ser apartados de la misma por los mismos que los amparaban inicialmente en sus malos procedimientos.

Hoy en España cualquiera puede ser director de una institución pública, no se le requiere ninguna formación realmente especializada que demuestre ser consciente ni de sus obligaciones ni conocedor mínimo de las mismas; ni, por supuesto, ningún informe de psiquiatría. Por eso, quienes tienen un profundo conocimiento de la naturaleza humana tienen siempre un gran poder sobre este tipo de personas que muestran ser simplemente serviles inútiles, como tan agudamente caricaturizó el genial Francisco Ibáñez en su personaje del «dire» en el cómic del Botones Sacarino.

Como decía mi amigo Cicerón: Historia Magistra Vita est 😉 » [Agustín Barahona]

febrero 14, 2018 a las 5:39 pm por Agustín Barahona
Categoría: Humanismo, Reflexiones
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