Lo he leído en las redes y se lo comparto a todos ustedes:

«El otro día me senté en un restaurante con una amiga. Llega la encargada de atendernos, nos saluda con una sonrisa y se da el siguiente diálogo:

– ¡Hola chiques!

– ¿Chiques? le dije yo, también con una sonrisa.

– Así es, ¡somos un restaurante inclusivo! (dijo con orgullo).

– Mira que bien, me viene estupendo porque en un ratito viene un amigo que es ciego. ¿Tienen la carta en Braille?

– Ay no, eso no tenemos.

– Ah ok… pues viene mi mujer pero acompañada de mi hija, que es Asperger. ¿Carta con pictogramas para la gente autista, tienen?

– No, perdón… me dijo visiblemente nerviosa.

– No te preocupes, suele pasar. Ahora bien.. me imagino que la lengua de señas para los clientes sordos debeis saber… ¿cierto?

– La verdad me estás matando… me contesto sonriendo nerviosa.

Ella ya no estaba cómoda, sonreía con vergüenza, un poco de culpa y un poco de malestar también. Y ahí le dije:

– No te preocupes, suele pasar con tanta modernidad y tanto modismo. Asi pues, lamento contarte que no sois un local inclusivo, sois un local progre, parte del triste relato que ahora está de moda. En el caso de tu local, esta gente que he comentado, no podría hacer algo tan básico como comunicarse para pedir de comer o beber. ¿Quieres ser inclusivo? Incluye a todos ellos, y a todos los que el sistema directamente no da lugar.¿Es difícil?.. depende de tener o no tener ganas, pero lo que no hay que hacer es «incluirse» en el grupo de los hipócritas que habitan en esta sociedad. Una “e”no te hace inclusivo, te hace gilipolles.

(Copia, pega y al que le moleste, ya sabe…) Así de simple ??»

diciembre 12, 2021 a las 9:20 am por Agustín Barahona
Categoría: Escritos en Facebook, Humanismo, Lingüí­stica, Reflexiones
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