Nuevo debate (replanteamiento y renovación del titulado: Lo horroroso de la Música Clásica»):

En el XI Curso de Análisis Musical de este año, titulado «Pedagogía y Divulgación», que os recomiendo, mi amigo Luis Ángel de Benito en la propaganda sugiere debatir una vez más estas cuestiones que paso a resumir:

¿SE PIERDE PUBLICO FILARMÓNICO POR CULPA DE LOS MÚSICOS? – ¿Las escuelas matan la creatividad?; ¿Estamos usando métodos muertos de siglos pretéritos?; Argumenta que según la SGAE se ha perdido un 20% del público filarmónico en los últimos años y se pregunta si los métodos y costumbres didácticos, rituales y vivenciales inciden en este descenso. Vosotros ¿qué pensáis y, sobre todo, cuáles son vuestros argumentos para sostener lo que pensáis? Gracias.


Alfredo Isidro Velázquez Bobes: La hermosa música clásica, hay que fomentarla desde muy chiquitinos.


Paloma Cotelo Suils: El protocolo que se sigue en los conciertos de música «clásica» mantiene los mismos hábitos desde el siglo XIX. Entonces la sociedad no estaba formada en una cultura audiovisual. Habia disciplinas artísticas visuales, como la pintura, y auditivas, como la música. Lo mas parecido a una disciplina audiovisual era la ópera.

Hoy en dia, ofrecemos conciertos a un público criado con cine, tele y medios interactivos. No está acostumbrado a que un espectáculo auditivo no tenga un cuidado lado visual. Para este público el concierto es un evento muy estático. Los fracs son vestimenta del XIX, no facilitan que el público se identifique con el interprete. Y los códigos de comportamiento tradicionales, como no aplaudir entre movimientos de una misma obra, han dejado de ser una consecuencia natural del efecto emocional causado por la obra, y se han convertido en mandamientos de catecismo, rigidos y vacios de contenido.


Ricky Ruiz: La música clásica está infravalorada, el sistema educativo transmite perpetuamente los mismos prejuicios y problemas generación tras generación, que sumado a la vulgarización progresiva de los gustos musicales de la sociedad en general, hacen que cada vez se aprecie menos el arte verdadero y valioso. Los músicos no son el problema, los medios de comunicación de música y cultura expansivos (internet) y la facilidad para obtener conocimientos del extranjero garantizan que la calidad no decaiga. Es un problema muy arraigado, de raíces demasiado profundas.


Ana Belén Segovia: Creo que a la música culta no se la apoya como a otros espectáculos, ni económicamente ni culturalmente…hoy en día están despidiendo músicos en Orquestas, cerrando y privatizando escuelas….muchos músicos tocan por amor al arte cuando antes han podido realizarse, después de lo que han tenido que sacrificarse para conseguir un mínimo de reconocimiento,en fin no creo que sea culpa de los músicos, más bien de las instituciones u organizaciones. La cultura musical en España está supeditada a que al político de turno le guste o no.


Agustin Barahona: Jose Miguel Dominguez Diaz wrote «Tienen la culpa las juntas directivas para el funcionamiento de los conservatorios».


Pedro Diez Canseco Muñoz: Me pregunto en qué medida incidirá la incapacidad para concentrarse durante más de cinco minutos. Algunos autores (cito a bote pronto a Sartori, Vargas Llosa, Carr, Eco) piensan que los medios electrónicos podrían inducir una especie de manía por el hipervínculo, un estado mental cercano a la distracción perenne y cada vez más alejado de la lectura en profundidad. Justo lo contrario de lo que se necesita para seguir un discurso musical mozartiano o mahleriano, por decir. No se trataría tanto de un descuido del factor visual en la sala de conciertos -después de todo, por lo menos a mí me pasa que los discos me suenan mejor con los ojos cerrados-, sino de la ausencia de distractores y del fastidio subsiguiente. Podría arreglarse montando espectáculos al estilo de La Fura dels Baus (o algo más barato, claro), pero me temo que, de funcionar, la salud de la taquilla no reflejaría necesariamente la elevación de la calidad del público.


Jesus Somaza Lopez: El problema residirá siempre, no solo en como se hace el espectaculo o cuanto apoyo tengan los musicos formados; la parte mas importante es la formación musical infantil y la educación al oido, que en esta etapa se le brinde al ser humano.


Agustin Barahona: Intentaré responder punto por punto a los planteamientos del debate en dos mensajes consecutivos:

La facultad o capacidad de crear es algo que no puede ser «matado» por culpa de las escuelas, como no puede serlo la capacidad o facultad para hacer cálculos matemáticos, para representarse cosas en tres dimensiones, para hacer razonamientos lógicos, etc. La afirmación de que las escuelas maten la creatividad no es algo que pueda ser probado en modo alguno y sin embargo la existencia de la creatividad a pesar de las peores condiciones para su desarrollo y fomento sí que es algo que puede probarse y de lo que hay constancia histórica.

Sobre si estamos usando métodos «muertos» de siglos pretéritos: no es cierto en absoluto. Los rituales sociales vinculados a la mostración y comunicación de música clásica han ido cambiando notoriamente a lo largo de los últimos 200 años –podemos analizarlos si queréis–, adaptándose constantemente a su propia finalidad para obtener la eficacia de sus propósitos, que no son en absoluto lo que a veces en nuestros días se está diciendo que son o deben ser. Así pues, no hay métodos ni «muertos» ni «de siglos pretéritos», son de ahora mismo y están vivos y coleando. Para que la eficacia de algo pueda mantenerse debe estar siempre cuestionándose si los medios para obtener sus objetivos son los adecuados, los mejores posibles en cada caso. Pero para ello, claro está, se ha de tener claro cuáles son esos objetivos.

Finalmente, el último planteamiento que abría nuestro debate es algo truculento, porque se basa en una presunta afirmación de la SGAE que me da la impresión de que no es como parece. En primer lugar, si no se han descartado en la encuesta los factores que son completamente ajenos a una posible interpretación como desinterés del mismo público –es decir, la misma sociedad y sus mismas condiciones habituales en el 100% de interés– la cifra estaría sesgada, y tal especificación no aparece por ninguna parte en esas afirmaciones, sin que pueda justificarse una caída repentina de la quinta parte del público no mediando algún factor claro y probadamente identificado que haya podido producir tal masacre cultural –las cosas en esas proporciones no ocurren «porque sí» en poco tiempo–. Por otro lado, podría no ser tan «poco tiempo» aquél del que hablamos. No se especifica cuántos años son esos «últimos años» –¿3, 5, 10, 20,…? evidentemente dependiendo del número de años el significado sería distinto–. La estadística de la SGAE tampoco alude a los factores ya conocidos que han hecho que en general todas las propiedades intelectuales tengan un descenso proporcional en ventas, es decir, la piratería en internet, porque al no hacer distingos hay que asumir que la SGAE se refiere en ese descenso tanto a público en salas como a público en compra de música mediante métodos que ellos puedan controlar. Y a la pregunta de si los métodos y costumbres didácticos, rituales y vivenciales inciden en este descenso, a la última y penúltima cuestiones –a la primera me referiré luego– contesto que no, puesto que no ha habido ninguna variación de los métodos vivenciales que pudiera explicar ningún descenso, ni tampoco ninguna variación –hasta donde yo puedo saber, que espero que no sea poco– de los métodos rituales en el mismo sentido –al contrario, actualmente no se mantiene tan estrictamente la etiqueta como antaño, precisamente porque ya no es necesaria al mismo punto–.

En relación a lo aducido por los compañeros de debate hasta el momento, hay que destacar que si el periodo de muestra tomado por la SGAE es generacional entonces sí que podría haber motivos naturales para ese descenso, pues cuando no existía la televisión y los medios de difusión a través de grabación no tenían ni la calidad ni el precio actuales era más normal que, por una parte, muchas de las personas que en realidad no gustaban especialmente de la música clásica usaran los actos sociales vinculados con ésta como medio para relacionarse y, por otra parte, era más normal también que quienes sí gustaban de la música clásica prefiriesen la calidad insustituíble de un concierto en vivo. Hoy sin embargo son muchos los que debido a la perfección de la alta fidelidad moderna pueden permitirse escuchar en sus domicilios cuantas veces deseen a las mejores orquestas y solistas del mundo, evitando así incluso a veces el tener que «soportar» el acto social del concierto en gente cada vez menos tendente a la socialización en vivo y más adscritos a los medios de internet al efecto.

Sin embargo, con mucha diferencia, el factor que entiendo como más perjudicial es el de la educación, pues cada vez más se ha ido bajando en los colegios la calidad de enseñanza a este respecto, identificando incluso la música clásica moderna con feísmos a veces inaudibles y fuera de toda emoción e interacción psicológica natural que permita a los oyentes noveles poder reconocer elementos estéticos coherentes que recordar, identificación ésta con ese tipo de feismos absolutamente falsa –una cosa es que la post-lítica [sic] haya tendido durante unas décadas a querer hacer ver que el futuro y la modernidad pasaba por hacer cosas incomprensibles y cuanto más lejos de la sensibilidad natural del público mejor, y muy otra el que ésa sea o haya sido la música «clásica» de nuestros días, algo imposible, por propia definición y algo que la propia historia muestra como falso, incluso proporcionalmente hablando–. En los conservatorios la calidad de la enseñanza no sólo no ha disminuído sino que ha aumentado, no siendo así en muchos casos la calidad de la gestión de los equipos directivos que, salvo dignísimas excepciones, cada vez están más plegados a los deseos post-líticos [sic] y cada vez más dispuestos a un cohecho directo o en diferido, por no hablar de que la mayor parte de las decisiones tomadas en su seno son difícilmente defendibles en entornos verdaderamente intelectuales, cuadro todo éste que forma parte del corazón de una lacra social que está damnificando seriamente esas mejores posibilidades que como instituciones deberían tener los conservatorios al disponer de más y mejor formados profesores.

Otro elemento en este capítulo que debería tenerse siempre presente es que la música clásica o culta no puede estar jamás al mismo nivel cultural que la música que no tiene sus mismos fines. A este respecto, debe recordarse que una de las características de la música clásica o culta que muchas personas olvidan es que es música para ser disfrutada en sí misma, sin nada que pueda distraerla, pues se basta a sí misma –la música clásica escénica está concebida de otro modo, para poder integrarse en un contexto determinado en el que tiene un tipo de protagonismo especial (no me refiero a la música de ambiente o de fondo sino a la que es un personaje ineludible que da sentido a la obra de arte); pero dicho protagonismo es testigo precisamente de esa independencia de la música sobre la imagen, pues es normal hacer suites de música para la escena de modo que se escuche prescindiendo de las imágenes e historia que cuenta la escena pero no «suites de escena» sin música de la que pueda prescindir–. Por lo tanto, todo aquello que pudiera llevarla fuera de sus fines a una situación de complementación forzada con elementos audiovisuales para los que no hubiera estado concebida tendería a desvirtuarla alejándola de su verdadera función.

Agustin Barahona: Resumiendo: ¿qué es lo que podría haber cambiado en esos presuntos pocos años para que ese presunto 20% de público filarmónico hubiera dejado presuntamente de ir a los conciertos y presuntamente de comprar grabaciones de música clásica? Suponiendo que esto fuera así y con las reservas ya mencionadas, desde mi punto de vista, y simplificando al extremo, es fácil de comprender: desde hace ya mucho tiempo –pero especialmente en el último cuarto de siglo– a través de la educación general y de los medios de masas, los mercados financieros que realmente rigen los destinos del mundo han reducido consciente y notablemente el nivel de cultura intelectual de la gente porque han visto que en los momentos presentes –repletos de un fomento constante de la desconcentración y dispersión en todo medio, entre muchos otros problemas– esto es fácilmente posible y les beneficia a nivel de control de poder. Para ellos es más lucrativo un mercado de masas multitudinario en el que invertir sin tener que hacer mucho esfuerzo por generar clientes que un mercado relativamente reducido pero ya establecido y difícil de cambiar como lo son las cosas que están más próximas a la perfección de sus medios en relación a sus objetivos, mercado que habría que trabajar culturalmente para que fuera rentable, cosa que va en dirección opuesta a los intereses de dichos rectores financieros. Todo esto sin contar con que otro de los factores principales en un fenómeno así estaría en no haber cambiado no los rituales propios de la eficacia del acto musical en la música culta sino el modelo de mercado que permita vivir de la calidad y la excelencia a aquellos que la alcanzan en nuestro medio. Si persistimos en intentar vender CD y DVD que no estén al alcance del bolsillo del gran público será virtualmente imposible –nunca mejor dicho– poder evitar la piratería. Ésta no tiene sentido cuando lo que puede conseguir ya no justifica el riesgo y trabajo de sus medios porque el producto legal es más barato y seguro que el adulterado o ilegal. Creo que éste sí que sería un punto fácilmente probable que considerar en un fenómeno de descenso del «consumo» de la música clásica en nuestros días.

Para terminar, otra cosa que deberíamos plantearnos en este debate –y en tantos otros– es si lo que debe hacerse para pervivir profesionalmente es dar al público todo aquello carente de calidad pero bajo y zafio como para excitar las, por así llamarlas, «bajas pasiones» –eso todo el mundo puede ver que da dinero fácil y rápido– o por el contrario ofrecerle cosas que, en otro sentido, también pueda entender y apreciar de inmediato, pero completamente alejadas de ese mundo bajo y zafio en dirección a las altas cotas de lo mejor del Ser Humano, aunque eso nos conlleve mucho más esfuerzo en una educación que haga comprender a la mayoría de las personas que es en la alta cultura, en lo artísticamente elevado, donde están las cumbres de la civilización y el verdadero futuro de la Humanidad.

julio 7, 2013 a las 7:35 pm por Agustín Barahona
Categoría: Debates, Musicología
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